Un pilar fundamental de la estrategia sociopolítica del Gobierno Petro es un agresivo programa de subsidios que beneficia a los adultos mayores, los jóvenes, las madres cabeza de familia, los indígenas, entre otros sectores de la población. La fuente de estos ingresos no es más que los impuestos pagados al Estado por los colombianos por medio del IVA, los aranceles, la renta, los prediales, el precio de los insumos controlados por el Estado como la gasolina y los peajes, entre otros.

El Gobierno actual ha incrementado significativamente los impuestos a los colombianos, siendo el 2023 el año de mayor recaudo en la historia de la Nación, y esto no es para vanagloriarse. Según Corficolombiana el recaudo a septiembre del año pasado creció 27%, es decir, que el Estado colombiano cada vez les quita más dinero a sus ciudadanos para repartirlos a quien lo considere y quién, seguramente, le retribuirá con su voto esa querencia. No es dinero de los ricos para los pobres, sino de todos los colombianos a quienes les ha incrementado el IVA a los alimentos, el precio de la gasolina y los peajes, entre otros, es dinero de unos colombianos, que pueden no estar acomodados económicamente, a otros colombianos, que el Gobierno escoge.

El problema de fondo es que en realidad no existe mecanismo creíble alguno para auditar a quién se destinan los subsidios del Estado. El Departamento Nacional de Planeación, aquel dirigido por el personaje que en su primer discurso público en el congreso de Camacol afirmó sin pena que le era imposible planear, acaba de proponer un nuevo sistema que reemplazará el sistema de estratos, que tendrá mucha más holgura para que los funcionarios del Gobierno definan los beneficiarios de tan generosos subsidios. Este sistema, lejos de ser inconveniente teóricamente, tiene el gran problema de que le permite al estamento político más subjetividad en su definición de pobreza.

En su fachada, el método escogido por el Gobierno para seleccionar a los afortunados tiene como base la ideología del progresismo, que afirma que ciertos segmentos sociales, como las negritudes (ya no se les puede describir como los negros), las mujeres, los indígenas, los campesinos, los jóvenes y hasta los gordos, han sido explotados históricamente por el establecimiento hegemónico del hombre blanco.

Con este fin reniega la cultura histórica de la sociedad y sus protagonistas, haciéndola culpable de la violencia, el abandono de las regiones, el deterioro del medio ambiente y la inequidad social. Los mecanismos por medio de los cuales lo hace, pasan por el relativismo, según el cual un improvisador de bongos aporta más a la cultura que una orquesta filarmónica, el desprecio por el método científico y la ciencia, haciendo creer que todo es cuestión de opinión y, el desprestigio de lo que ha funcionado históricamente. Así justifica que estos segmentos de la población, y no Argemiro Rodríguez, que gana el salario mínimo como contador auxiliar en una empresa distribuidora de alimentos y tiene cuatro hijos, merecen los subsidios.

Una función del Estado, sin duda, es la redistribución del ingreso, mayor defecto de la economía de mercado. Sin embargo, no se trata acá de redistribuir pescado, sino de suministrarle a la población más afectada las cañas de pescar para que logren un sustento basado en su trabajo y su realización personal. Eso lo hace muy mal muestro Gobierno, que por medio de la reforma tributaria aleja las posibilidades de que los más vulnerables accedan a un empleo formal, y no se concentra en construir el caldo de cultivo para que los emprendedores construyan el tejido empresarial que beneficia a la sociedad.

Otra interpretación de la situación explica mejor el tema de los subsidios. Se trata no de un mecanismo para crear oportunidades para los menos beneficiados, sino más bien de un mecanismo para comprar votos y conciencias. De hecho, existe una gran probabilidad de que aquellas personas que reciben una ayuda de parte del Estado voten por el mismo partido en el próximo Gobierno. Esto lo ha aprendido el progresismo en regímenes como el de Cuba, Nicaragua o Venezuela, donde beneficia a sus partidarios con las mieles del Estado y castiga a sus opositores al negarles hasta una caja CLAP. Control social, lo apelarían algunos.

El mecanismo desleal de índole política de utilizar recursos de los colombianos con el fin de conseguir votos puede ser volteado fácilmente. En vez de renegar porque aquellos que reciben susidios son los que apoyan el progresismo, no consigne su voto por este partido si usted no recibe subsidios. Al fin y al cabo, independientemente de su situación económica, a usted no lo están escogiendo porque no es de la rosca.

QOSHE - ¿Desarrollar un país a punta de subsidios? - Marc Eichmann
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¿Desarrollar un país a punta de subsidios?

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09.01.2024

Un pilar fundamental de la estrategia sociopolítica del Gobierno Petro es un agresivo programa de subsidios que beneficia a los adultos mayores, los jóvenes, las madres cabeza de familia, los indígenas, entre otros sectores de la población. La fuente de estos ingresos no es más que los impuestos pagados al Estado por los colombianos por medio del IVA, los aranceles, la renta, los prediales, el precio de los insumos controlados por el Estado como la gasolina y los peajes, entre otros.

El Gobierno actual ha incrementado significativamente los impuestos a los colombianos, siendo el 2023 el año de mayor recaudo en la historia de la Nación, y esto no es para vanagloriarse. Según Corficolombiana el recaudo a septiembre del año pasado creció 27%, es decir, que el Estado colombiano cada vez les quita más dinero a sus ciudadanos para repartirlos a quien lo considere y quién, seguramente, le retribuirá con su voto esa querencia. No es dinero de los ricos para los pobres, sino de todos los colombianos a quienes les ha incrementado el IVA a los alimentos, el precio de la gasolina y los peajes, entre otros, es dinero de unos colombianos, que pueden no estar acomodados........

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