20 Ene, 2024 | Estamos en Caracas, una ciudad alegre en aquel fin de año de 1957. Una ciudad sin libertad es una ciudad triste, no hay alegría en Caracas en la víspera del año nuevo. La gente silenciosa andan por las calles, pasan rápido ante las vitrinas de las casas de moda donde pueden adquirir sus trajes de fin de año, o algún regalo que quedo pendiente, como una joya Cartier y porque no, un modelo de Cristian Dior. Caracas es una ciudad millonaria, pero también es una ciudad melancólica. No bastan las arquitecturas ultramodernas como las torres monumentales en los barrios de la futura urbe, la autopista deslumbrante, los hoteles cosmopolitas y las fuentes iluminadas. No se alegra la ciudad con la música de los night-clubs donde hay mujeres de todas las razas y músicas de todos los ritmos. No se alegra con eso el pueblo de Caracas bajo su cielo del trópico. Caracas es una ciudad que se asfixia, le falta aire, el aire de la libertad.
Sin embargo, Caracas esta prisionera bajo un régimen de acero. Hace pocas semanas el General Marcos Evangelista Pérez Jiménez dijo, que se quedaba en el Palacio Presidencial por unos años más. Invitó a los venezolanos a respaldar ese deseo suyo en un plebiscito nacional, pero Venezuela no respondió a la invitación del Presidente. Le dijeron SI los empleados públicos y un grupo de extranjeros temerosos. El resto nos quedamos en la casa y guardamos los boletines de los votos como un recuerdo ingrato, mientras los policías, los burócratas y unos cientos de inmigrantes reelegían al General Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Muchos de los que no estaban de acuerdo, en señal de protesta arrojaron al río Guaire los boletines de votos.
Lo que no se imaginó Marcos Evangelista fue, que la procesión estaba por dentro y que su último mensaje al país se realizaría ese final de año.
Mientras se reunirían en el Palacio de Miraflores, como en efecto lo realizaron, con sus mejores vestimentas y sus uniformes de gala con una cantidad de condecoraciones ganadas por sus sumisiones al régimen existente, sumado al brindis de Champaña Francesa y buenos tragos de escocés, música lenta y muchas sonrisas, de repente se abrió la esquina de rumores a las doce de ese mismo día porque la Seguridad Nacional ha descubierto una conspiración militar. Se habla de un General Hugo Fuentes, uno de los altos Jefes del Ejército y amigo íntimo del Presidente, pero nadie quiere darse por entendido de que algo estaba pasando.
Sin embargo, el Presidente lanza su locución, lo rodean sus íntimos y lo realiza en un saloncito intimo. No es clara ni tranquila la lectura del General de las palabras escritas por el Ministro de Relaciones Interiores Vallenilla Planchar, no Lanz como su padre que fue un escritor plegado a Juan Vicente Gómez, dictador sanguinario y corrupto que tuvimos en esa época en Venezuela. Hay un leve temblor en la lectura. Pérez Jiménez no es esa noche un hombre seguro de sí mismo. Entre los diplomáticos se cruzan miradas de sorpresa, no se ajusta la locución a las normas del protocolo, da la impresión que más que un saludo de un jefe de estado a su pueblo y a los invitados de los gobiernos extranjeros es, como la arenga de un comandante de campaña.
Esas palabras caen como una piedra en un pozo de silencio, sus horas estaban contadas, ¿sabía alguien? que este Dictador estaba leyendo su último discurso y desde el plebiscito, su gobierno entraba en su recta final. Esa noche hace su testamento político.
Por la noche fría comienzan a desalojar los invitados el Palacio de Miraflores y los Oficiales corren por los túneles secretos que posee el Palacio a realizar las tareas encomendadas por sus Jefes.
Amanece, llega la luz del nuevo año, pero la cuidad todavía somnolienta escucha un ruido de motores. En la media luz brilla como señales, los Vampiros, eran aviones que pasan rozando los pocos techos rojos que quedaban de nuestra Caracas. Uno, dos, tres, cuatro, la velocidad impide contarlos y se ve humo saliendo y ruido de metralla, caen unas bombas, unas estallan otras no, y se sienten los disparos de los cañones antiaéreos. La ciudad se despierta cruzada por hilos de acero. Caracas comienza a vivir ese 1° de enero de 1958.
En realidad nos damos cuenta que es un levantamiento militar, se fracturan las fuerzas armadas, pero ¿como fue posible si esta dictadura tenía un control absoluto de ellas? No obstante, dentro de ellas se dieron cuenta de lo que realizaban, como lo hacían, para que lo hacían y porque lo hacían y sacaron sus conclusiones, pero fueron delatados y tuvieron que acelerar el paso. Esa fue la chispa que incendió la pradera.
Desde 1957 grupos de Oficiales se reunían y conspiraban en el Cuartel Urdaneta de Caracas, en la Guarnición de Maracay, en las Fuerzas Armadas de Cooperación, en la Aviación y en la Marina. No existía conexión de los grupos. Son movimientos espontáneos que más tarde se unifican. Y allí algunos civiles logran establecer los primeros contactos.
Es cierto que se frustró este intento, pero terminó de prender la pradera y se intensificó la conspiración, en cada casa de la ciudad existía una tertulia de conjurados. Se conspira en los barrios residenciales, en los sectores de clase media, en los bloques obreros, hay mensajeros nocturnos entre el Country Club y La Castellana y La Charneca. Caracas conspira contra el Gobierno, sin diferencias sociales, ni distinción de oficios y de gremios. En fin conspiran los escritores, los estudiantes, los profesores de la Universidad, los Sindicatos, conspira la Iglesia y el Ejército, las clases altas, las mujeres, en fin, Caracas es una ciudad conspiradora.
De esta forma surge la Junta Patriótica que unifica criterios y logra LA UNIDAD, LA UNIDAD POR LA BASE y logramos derrotar esa oprobiosa dictadura.
Los pueblos americanos debemos tener siempre presente y recordar las palabras de nuestro Libertador: “LA ANARQUIA DESTRUYE LA LIBERTAD Y LA UNIDAD SALVA EL ORDEN”.
Por esta razón las dictaduras son etapas transitorias en los procesos históricos y sirven para que no volvamos a cometer los mismos errores y tener siempre presente solucionar los conflictos sociales y económicos.
Y para concluir a las tres y diez minutos de la madrugada el avión presidencial La Vaca Sagrada despega del Aeropuerto de La Carlota con sus maletas que llevo repleta de Dólares, menos la que dejo en el camino llena de sangre de venezolanos, de esta forma termina esta dictadura oprobiosa que tanto daño causo al pueblo de Venezuela, que finalmente resplandeció el 23 de enero de 1958, trayendo de nuevo la democracia a nuestra querida nación.

QOSHE - Que pasó el 23 de Enero de 1958 - Guillermo Barroso
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Que pasó el 23 de Enero de 1958

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23.01.2024

20 Ene, 2024 | Estamos en Caracas, una ciudad alegre en aquel fin de año de 1957. Una ciudad sin libertad es una ciudad triste, no hay alegría en Caracas en la víspera del año nuevo. La gente silenciosa andan por las calles, pasan rápido ante las vitrinas de las casas de moda donde pueden adquirir sus trajes de fin de año, o algún regalo que quedo pendiente, como una joya Cartier y porque no, un modelo de Cristian Dior. Caracas es una ciudad millonaria, pero también es una ciudad melancólica. No bastan las arquitecturas ultramodernas como las torres monumentales en los barrios de la futura urbe, la autopista deslumbrante, los hoteles cosmopolitas y las fuentes iluminadas. No se alegra la ciudad con la música de los night-clubs donde hay mujeres de todas las razas y músicas de todos los ritmos. No se alegra con eso el pueblo de Caracas bajo su cielo del trópico. Caracas es una ciudad que se asfixia, le falta aire, el aire de la libertad.
Sin embargo, Caracas esta prisionera bajo un régimen de acero. Hace pocas semanas el General Marcos Evangelista Pérez Jiménez dijo, que se quedaba en el Palacio Presidencial por unos años más. Invitó a los venezolanos a respaldar ese deseo suyo en un plebiscito nacional, pero Venezuela no respondió a la invitación del Presidente. Le dijeron SI los empleados públicos y un grupo de extranjeros temerosos. El resto nos quedamos en la casa y guardamos los boletines de los votos como un recuerdo ingrato, mientras los policías, los burócratas y unos cientos de inmigrantes reelegían al General Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Muchos de los que no estaban de acuerdo, en señal de protesta arrojaron al........

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