25 Ene, 2024 | El 9 de febrero de 2016, la economista de la Universidad Autónoma de Barcelona, España, y editora de Politikon, Elena Costas Pérez, escribió un artículo publicado en la revista cultural española “Jot Down Cultural Magazine”, titulado “Si es de los nuestros es menos corrupto”, el cual después de 8 años se me antoja supremamente vigente, en la realidad política venezolana de estos tiempos, a propósito de haberse cumplido en días pasados, 5 años del 23 de enero de 2019, día en que el entonces presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, como por “arte de birlibirloque” se autoproclamó “presidente interino de la república”, momento a partir del cual se desató una suerte de fenómeno similar al “ciclón del dinero”, donde los jerarcas de ese “gobierno”, hicieron, deshicieron y todavía hacen, con los dineros y bienes públicos ubicados en el exterior, específicamente en los países cuyos gobiernos “reconocieron” a ese gobierno, encabezados por los EEUU de Norteamérica, que todavía mantiene confiscados en su banca privada, dineros públicos a los que sigue teniendo acceso el “parapeto institucional” denominado Asamblea Nacional 2015, que todavía principalísimamente existe para disponer indebidamente de esos recursos y de los bienes que son patrimonio de todos los venezolanos, como es el caso de Citgo Petroleum Corporation, en USA y, el oro depositado en el banco de Inglaterra.

Escribió en esa oportunidad la investigadora española: “Cada vez se hace más difícil abrir un periódico sin recordar aquella escena de Atrapado en el tiempo en la que Bill Murray repite ante las cámaras ‘hoy es el día de la marmota…otra vez’. Cambiemos Granados por Rus, Pretoria por ERE, Taula por Aquamed. Y así podríamos seguir tejiendo una larga lista de ejemplos que, bajo el nombre de ‘corrupción’ o ‘escándalo político’ implican el mal uso de los recursos públicos”.

“Una de las explicaciones de que los casos de corrupción no sean tan penalizados en las urnas como cabría esperar, es que algunos ciudadanos puedan mostrarse más tolerantes con la corrupción en función de si el político o el partido es de los suyos. Este sesgo partidista vendría a implicar un ejercicio de disonancia cognitiva consistente en que si el acusado es ‘de los nuestros’ decidamos relativizar la gravedad del escándalo. Si es así, la ideología o el grado de vinculación partidista jugará un rol crucial en cómo los ciudadanos perciben las denuncias de corrupción, y en cómo trasladan estas percepciones a su comportamiento electoral, ya sea decidiendo votar al mismo partido, abstenerse o votar a un partido rival”.

“Existen varios experimentos que han intentado evaluar esta hipótesis. Es decir, si realmente la ideología política y el nivel de partidismo afectan al juicio de valor que hacemos de los escándalos de corrupción. Los investigadores Eva Anduiza, Aina Gallego y Jordi Muñoz realizaron una interesante encuesta online (en la España de esos tiempos), en la que se enseña a los participantes una noticia sobre un escándalo político. De forma aleatoria asignaron este escándalo al alcalde del partido del encuestado, al alcalde de un partido distinto, o a un alcalde sin una afiliación política concreta. Este estudio muestra que la evaluación de la gravedad de un escándalo de corrupción depende de que el votante comparta o no la ideología política con el acusado. Es decir, somos mucho más tolerantes con la corrupción si quien la realiza es de los nuestros”.

En el mismo artículo, la señora Costas refiere investigaciones similares a las de Anduiza, Gallego y Muñoz, realizadas en Brasil y México, y sostiene que “la conclusión que podemos sacar de todos estos estudios apunta en una misma dirección: los votantes evalúan de forma distinta un mismo caso de corrupción si el político implicado es o no de los suyos”.

Para concluir sus líneas, la española Elena Costas, deja abierta la posibilidad de un cambio en la opinión de la gente y concluye escribiendo: “Sin embargo, hay espacio para la esperanza. Por un lado, se observa que un mayor grado de información política reduce nuestra tolerancia a la corrupción, aunque sea la de los ‘nuestros’. A la vez, el número de alternativas políticas entre las que elegir reduce también el efecto de nuestra ideología a la hora de evaluar un caso de corrupción (…) Quizá podamos confiar en que, cada vez más, al abrir un periódico no nos sintamos atrapados en el tiempo de la corrupción, como le sucedía a Bill Murray con la marmota”.

Los venezolanos queremos conocer la opinión de la aspirante presidencial y máxima líder de la Plataforma Unitaria, María Corina Machado, sobre el asunto de las actuaciones de la AN 2015 y sobre la reciente prolongación de su “vigencia” para seguir disponiendo de recursos públicos depositados en el exterior.

Queremos conocer su parecer sobre la situación de Citgo, uno de los principales bienes de la república en el extranjero. Que piensa sobre los ex diputados que se la “obsequiaron” al gobierno de los EEUU, en un episodio de entrega y sumisión que jamás podrá ser olvidado. Una canallada que, con la excusa de la política, facilitó que esta importante empresa venezolana propietaria de un importante número de refinerías de petróleo y comercialización de gasolina, lubricantes y petroquímicos en los EEUU, esté a punto de ser subastada por la justicia de USA.

O será que su criterio es similar al de algunos de los dirigentes políticos que la respaldan, quienes sostienen en privado que los principales personeros de la “administración” de Guaidó, “son unos corruptos, pero son de los nuestros”.

QOSHE - Si es de los nuestros es menos corrupto - José Gregorio Rodríguez R.
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Si es de los nuestros es menos corrupto

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26.01.2024

25 Ene, 2024 | El 9 de febrero de 2016, la economista de la Universidad Autónoma de Barcelona, España, y editora de Politikon, Elena Costas Pérez, escribió un artículo publicado en la revista cultural española “Jot Down Cultural Magazine”, titulado “Si es de los nuestros es menos corrupto”, el cual después de 8 años se me antoja supremamente vigente, en la realidad política venezolana de estos tiempos, a propósito de haberse cumplido en días pasados, 5 años del 23 de enero de 2019, día en que el entonces presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, como por “arte de birlibirloque” se autoproclamó “presidente interino de la república”, momento a partir del cual se desató una suerte de fenómeno similar al “ciclón del dinero”, donde los jerarcas de ese “gobierno”, hicieron, deshicieron y todavía hacen, con los dineros y bienes públicos ubicados en el exterior, específicamente en los países cuyos gobiernos “reconocieron” a ese gobierno, encabezados por los EEUU de Norteamérica, que todavía mantiene confiscados en su banca privada, dineros públicos a los que sigue teniendo acceso el “parapeto institucional” denominado Asamblea Nacional 2015, que todavía principalísimamente existe para disponer indebidamente de esos recursos y de los bienes que son patrimonio de todos los venezolanos, como es el caso de Citgo Petroleum Corporation, en USA y, el oro depositado en el banco........

© Sol de Margarita


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