15 Feb, 2024 | Siguiendo con esta ofrenda a las presencias oportunas y necesarias en este andar, aquí les dejo cinco poemas más.

*****

Volver al uvero, Gloria
(A Gloria Ortiz)

Volver al uvero, Gloria,
frente a nuestra vieja casa,
a ver si se me acompasa
el alma con la memoria.
Quiero revivir la historia
del café hablando hasta tarde,
escuchar tu "Dios te guarde"
en la noche y la mañana...
esta herida nunca sana,
está abierta y siempre me arde.

*****

Éramos cuatro grietas
(A Gloria, Meco y Nahy)

En esa casa,
éramos cuatro grietas;
había roturas en los nombres,
en los abrazos,
cada cuarto era un país en dictadura,
debían cuidarse muy bien los pasos
para no entrar en guerra.

Así nos había hecho la vida:
duros, como el pan de los días;
secos, como el agua del grifo;
resistentes al cariño,
maestros del silencio.

Sin embargo,
pese a lo estricto de los espacios,
a los recios límites territoriales,
cada borde resquebrajado
calzaba perfecto con el siguiente,
y al estar todos reunidos,
en la mesa, frente al plato del día,
se cerraban las fisuras,
y éramos, realmente, una familia.

*****

Tú estás
(A Jesylen Castillo)

Tú estás,
presente,
como el acorde que guardo
para combatir la melancolía,
el arma perfecta
contra las tormentas.

Tú y tus brazos de hogar
bajo la lluvia,
con tus besos de fogata
y tu mirada de refugio,
estás.

*****

Ir con ella de la mano
(A Julia Elena, mi siempre amada)

Ir con ella de la mano
acorta la ciudad,
estrecha el mundo,
hace soportable todo esto.

Cuando voy con ella por las calles
y la gente nos mira,
el amor no disimula,
y la sonrisa es la lengua presente,
la voz tangible del cuerpo.

Ella me mira como si yo
fuera algo grande,
y realmente lo soy,
pero es por causa suya.

Con ella he aprendido
el poder de las palabras
para animarnos y levantarnos,
en especial cuando siento acabarse todo,
y ella se acerca,
me mira fijo,
y me dice,
así, sin más:
“Papá”.

*****

Adiós, llanero guaiquerí
(A Jesús Alberto Castillo)

Jesús Alberto Castillo,
ya no hay llanto, ya sonríes,
y juegas con los Guaiqueríes,
en el cielo, con gran brillo.
Esta noche canta un grillo
en el frente de tu casa,
y una paraulata pasa
y lleva al llano tu faz,
a esa tierra de honda paz
donde el alma se acompasa.

*****

Dime “Barco”
(En memoria de Esther Gil)

Dime "Barco" con tu voz madera,
convoca a los robles y su carne
para que se hagan un peñero fresco
y zarpemos en él
justo ahora que se acercaron las islas
a llorar la muerte de una anciana
que no cantará más sus penas
y amores a la luna…
el viaje se hará corto.

No dudes,
dilo,
di "Navío",
los árboles sacarán sus raíces
y vendrán a desmembrarse
en el astillero,
se harán embarcación primordial,
como nunca las hará el hombre…
se volverán escama corteza
sobre este mar que extraña
a la vieja voz de sal
que ha partido con su cayena
y su sombrero de cogollo
allá,
a la otra isla.

Habla rápido,
ten fe,
que quiero llegar primero
y besar sus manos tibias,
y hacer un réquiem a su estampa real,
sobre su vestido blanco de reina de orilla.

No ha muerto una mujer cualquiera,
¡se fue Esther Gil!
¡Di "Barco"!
¡Di "Navío"!
¡Llama a los robles, infancia mía!
¿No y que todo lo puedes?
Hazlo por esta noche,
en llanto te lo pido,
porque quiero ir a mi pueblo
a despedir a mi abuela.

*****

Si hablara con los ángeles
(A Carlos Cedeño Gil)

Si hablara con los ángeles
como lo hace mi padre,
ya habría sido lo suficiente poeta,
habría brincado las cumbres
detrás de los ojos y hecho las paces
con la bestia que somos dentro.

Si supiera un poco de las lenguas
de los trascendidos,
la piel me quedaría corta,
azul, por decir algo,
y atravesaría los metales densos,
como la voz de Dios
cuando llama al corazón de los hombres.

Y es que aún ando oscuro,
escuchando el abril
que me brinca en la vena,
quizá son los alcatraces que una vez
tuve en el nombre,
o la marca de la poetisa
con la que fui herida honda
recordándome su verso de senos desnudos
y aguas perennes.

No lo sé,
pero si anochece,
de seguro seguiré igual,
y el sol me buscará luego
para saldar cuentas
y repetirme en una sombra
que cuente bien lo que pasa tras el pecho;
reafirmar los surcos del tiempo,
reformar la madera en las costillas,
el verde en la mitad del hígado,
lo común en la geometría de la vida.

Si tan solo hablara con los ángeles
como lo hace mi padre,
pero aún falta letra y camino,
dejar la piel expuesta
y ahondar más en lo oscuro
con el puño firme, amarillo,
con un sol para cada cruz
en la lengua de los hombres.

*****

Familiaridad
(A Wendy, Ricardo y familia)

Juro que apenas fue ayer
cuando entraron al salón
tarareando la canción
que él se quería aprender.
La guitarra hizo mover
los hilos de la amistad,
y de pronto la hermandad
afloró como si nada,
allí supe destinada
nuestra familiaridad.

QOSHE - Presencias, segunda entrega - Juan Ortiz
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Presencias, segunda entrega

9 0
16.02.2024

15 Feb, 2024 | Siguiendo con esta ofrenda a las presencias oportunas y necesarias en este andar, aquí les dejo cinco poemas más.

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Volver al uvero, Gloria
(A Gloria Ortiz)

Volver al uvero, Gloria,
frente a nuestra vieja casa,
a ver si se me acompasa
el alma con la memoria.
Quiero revivir la historia
del café hablando hasta tarde,
escuchar tu "Dios te guarde"
en la noche y la mañana...
esta herida nunca sana,
está abierta y siempre me arde.

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Éramos cuatro grietas
(A Gloria, Meco y Nahy)

En esa casa,
éramos cuatro grietas;
había roturas en los nombres,
en los abrazos,
cada cuarto era un país en dictadura,
debían cuidarse muy bien los pasos
para no entrar en guerra.

Así nos había hecho la vida:
duros, como el pan de los días;
secos, como el agua del grifo;
resistentes al cariño,
maestros del silencio.

Sin embargo,
pese a lo estricto de los espacios,
a los recios límites territoriales,
cada borde resquebrajado
calzaba perfecto con el siguiente,
y al estar todos reunidos,
en la mesa, frente al plato del día,
se cerraban las fisuras,
y éramos, realmente, una familia.

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Tú estás
(A Jesylen Castillo)

Tú estás,
presente,
como el acorde que guardo
para combatir........

© Sol de Margarita


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