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Cuando la cooperación y la integración resultan caminos fundamentales para enfrentar los desafíos de la compleja interdependencia asimétrica global, nuestra región latinoamericana se polariza y fragmenta; concentrándose en los serios problemas de gobernabilidad interna; en varios casos, los problemas surgen por razones ideológicas. Una dinámica que agudiza la dispersión y la pérdida de oportunidades.

Proyectos populistas y radicales, que proliferan en la región, están aprovechando, tanto la crisis y el descontento social, como las oportunidades que ofrecen los débiles sistemas democráticos y, en varios casos, están logrando asumir al poder, incluso con apoyo popular significativo; empero, las falsas promesas y erráticas políticas tienden a profundizar los problemas sociales y exacerban la fragmentación.

Pareciera que la mayoría de gobiernos en la región brindan poca atención al contexto internacional y sus oportunidades, en gran medida, concentrados en los problemas de gobernabilidad. Tal tendencia, con las especificidades de cada caso, se aprecia en Perú, Bolivia, Argentina e incluso Ecuador. También observamos situaciones más delicadas, donde la orientación autoritaria, que conlleva entre otros, destrucción de las instituciones democráticas y los derechos humanos, ha marcado distancias o enfrentamientos con otros gobiernos democráticos de la región; al respecto, destacan Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Los gobiernos de Brasil, Colombia incluso México han tratado de promover un liderazgo regional e incentivar los mecanismos de cooperación e integración; empero, pareciera que no están logrando mayores éxitos; tanto por algunas posiciones desequilibradas que han promovido, como por el deterioro de la gobernabilidad al interior de sus países.

Están quedando pocos gobiernos estables como Chile, Uruguay e incluso Paraguay, que tratan de realizar acciones en defensa de las instituciones democráticas y los derechos humanos; pero no se plantean como objetivo desarrollar un liderazgo regional. Seguramente por los costos que conlleva, como por el desolador panorama de fragmentación que prevalece en la región.

Con distintos niveles de intensidad la crisis de gobernabilidad constituye actualmente el epicentro de la mayoría de los gobiernos. En el caso del Perú podríamos apreciar que lleva más de una década bajo tensiones políticas. Al respecto, registra cuatro presidentes en los últimos seis años y todos los expresidentes vivos sometidos a procesos de investigación judicial, algunos de ellos detenidos.

La actual presidenta Dina Boluarte, quien se encarga del poder luego del auto golpe del presidente Pedro Castillo, ha estado contando los días en la presidencia, con alto rechazo popular y la dura carga de 49 fallecidos en protestas sociales contra su gobierno.

Pero la situación de la presidenta pareciera estabilizarse, luego de las declaraciones del recién liberado expresidente Alberto Fujimori quien, asumiendo el control del partido Fuerza Popular, ha señalado que apoyan su permanencia en la presidencia hasta el final del actual periodo en el 2026. Tales declaraciones, si bien tranquilizan a la presidenta, complican al partido y, en particular, a su líder histórica la Sra. Keiko Fujimori, hija del expresidente.

En el caso de Bolivia, el país lleva varios meses en una crisis institucional novedosa, por el enfrentamiento del actual presidente Luis Arce, con su partido MAS y, en particular, con el caudillo del partido y su mentor, el expresidente Evo Morales. Para apreciar la magnitud de la crisis, cabe destacar que el presidente Arce ha sido expulsado del partido, que ha postulado al expresidente Morales como su único candidato para las próximas elecciones (2025), no obstante que el Tribunal Constitucional Plurinacional anuló la reelección presidencial indefinida (diciembre 2023), lo que impide la postulación del expresidente Morales.

En ese contexto,

Adicionalmente, todas las instituciones gubernamentales están experimentado las consecuencias del enfrentamiento, pues en su mayoría estaban controladas por el partido oficial (MAS), que ha expulsado al presidente Arce de sus filas.

En Argentina resultaban previsibles los problemas de gobernabilidad, tanto por el contenido de las profundas transformaciones que prometió el presidente Javier Milei, como por su difícil e impredecible carácter. Al respecto, se esperaba el enfrentamiento con el expresidente Mauricio Macri, operador político fundamental para negociar con un Congreso adverso al presidente.

Lo esperado se está cumpliendo y el poder legislativo, en el marco de sus competencias, está paralizando las aspiraciones del presidente, quien responde con agresividad y, los pocos amigos que logra, los destruye prontamente.

Sorprende es que no se ha producido el choque con el expresidente Macri, pero se avizora una crisis mayor al interior de su pequeño partido, ya es público el cuestionamiento a Victoria Villaruel la vicepresidenta y, en función a su cargo, presidenta del Senado, Voceros oficiales le cuestionan actuar sin coordinación con la presidencia.

El presidente Daniel Noboa del Ecuador, quien asumió el poder para concluir el periodo del presidente Guillermo Lasso (noviembre 2023), con un discurso prudente e incluyente, está avanzando positivamente en su compleja gestión de gobierno, pero enfrenta una crisis de gobernabilidad colosal, entre otros, por graves problemas de seguridad interna, en particular la guerra declarada del narcotráfico para lograr el control del territorio ecuatoriano.

Frente a la magnitud de la crisis, el presidente Noboa se ha concentrado en los asuntos internos y su popularidad se calcula en más del 80%, lo que podría garantizar su reelección (2025). Obviamente, con el país ardiendo, la agenda internacional no resulta la prioridad.

*Lea también: Ser en el mundo, por Fernando Rodríguez

Los presidentes Gustavo Petro e Ignacio Lula Da Silva de Colombia y Brasil respectivamente, desde que asumieron el poder han desarrollado una agenda internacional y regional interesante, tratando de construir un liderazgo; empero, ya se aprecia un agotamiento. El presidente Petro con su compleja personalidad ha complicado la situación interna.

Los enfrentamientos del presidente Petro con los partidos de oposición han afectado el avance en el ambicioso paquete de reformas que está impulsando y, ante las dificultades, ha optado por amenazar con la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, menospreciando el papel decisivo que juega el poder legislativo en la aprobatoria de tal proyecto.

El presidente Lula, quien ha tratado de reasumir su liderazgo internacional, ha desarrollado una agenda intensa, sin mayores éxitos. Posiciones desequilibradas en casos como la invasión de Ucrania, frente al gobierno de Israel y en el tema de los derechos humanos en la región; han debilitado su liderazgo. Adicionalmente, a nivel interno tampoco cuenta con un panorama favorable.

Otros factores como controversias fronterizas (casos: Venezuela frente a Guyana o Nicaragua frente a Costa Rica y Colombia); y las divergencias ideológicas (casos: Venezuela frente a Argentina, Uruguay y Chile; en menor medida Argentina frente a Brasil) profundizan la fragmentación y desintegración en la región,

Cuando la crisis de la globalización está revalorizando los vínculos regionales; en particular, la opción de invertir en los países cercanos y reducir las grandes cadenas globales de valor (nearshoring); nuestra región latinoamericana exhibe polarización y fragmentación, perdiendo oportunidades para generar crecimiento económico y bienestar social.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

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Fragmentación y fracaso, por Félix Arellano

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19.03.2024

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Cuando la cooperación y la integración resultan caminos fundamentales para enfrentar los desafíos de la compleja interdependencia asimétrica global, nuestra región latinoamericana se polariza y fragmenta; concentrándose en los serios problemas de gobernabilidad interna; en varios casos, los problemas surgen por razones ideológicas. Una dinámica que agudiza la dispersión y la pérdida de oportunidades.

Proyectos populistas y radicales, que proliferan en la región, están aprovechando, tanto la crisis y el descontento social, como las oportunidades que ofrecen los débiles sistemas democráticos y, en varios casos, están logrando asumir al poder, incluso con apoyo popular significativo; empero, las falsas promesas y erráticas políticas tienden a profundizar los problemas sociales y exacerban la fragmentación.

Pareciera que la mayoría de gobiernos en la región brindan poca atención al contexto internacional y sus oportunidades, en gran medida, concentrados en los problemas de gobernabilidad. Tal tendencia, con las especificidades de cada caso, se aprecia en Perú, Bolivia, Argentina e incluso Ecuador. También observamos situaciones más delicadas, donde la orientación autoritaria, que conlleva entre otros, destrucción de las instituciones democráticas y los derechos humanos, ha marcado distancias o enfrentamientos con otros gobiernos democráticos de la región; al respecto, destacan Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Los gobiernos de Brasil, Colombia incluso México han tratado de promover un liderazgo regional e incentivar los mecanismos de cooperación e integración; empero, pareciera que no están logrando mayores éxitos; tanto por algunas posiciones desequilibradas que han promovido, como por el deterioro de la gobernabilidad al interior de sus países.

Están quedando pocos gobiernos estables como Chile, Uruguay e incluso Paraguay, que tratan de realizar acciones en defensa de........

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