X: @kinzbruner

Dicen que el hombre empezó a hablar (Science Advances) hace 25 millones de años. Lógicamente estamos hablando del Sapiens porque además de andar parado, no sabemos qué otra habilidad tenía el Erectus, y menos todavía en cuanto al Homo Habilis. Cierto es que ignoramos si tantos talentos incluían también hablar, y eso sí es un poco más difícil, hablar seguido por 25 millones de años. Recordamos un discurso de Fidel Castro en Harvard, la Academia tenía una gran curiosidad por escucharlo, que pareció a nuestros oídos poco entrenados, no acabar nunca.

Debe ser que esas no eran palabras mágicas como, por ejemplo, las que escuchó Alí Babá cuando vio como 40 ladrones entraban a una formación rocosa que parecía inexpugnable con sólo decir Ábrete Sésamo. Como se ve, desde pequeños nos entrenamos en el aprendizaje de las palabras mágicas. Alí Babá escuchó, aprendió y decidió hacer lo mismo. Robó a su vez todo lo robado por los ladrones, él que roba a ladrón tiene 100 años de perdón, le dio un saquito de oro y joyas a todos los habitantes del pueblo y – dicen – vivieron felices como perdices.

En Venezuela hay una palabra mágica y es alacrán. Además de designar un artrópodo poco simpático tiene connotación de traidor y la persona a la que se la adjudican no se la puede sacar más nunca de encima. Es triste pero es así. De los alacranes podemos decir, estamos ahora hablando del arácnido en sí, que es antisocial y que su forma de galantear a su posible futura pareja es la siguiente. El macho invita a la hembra al baile, agarra con sus pinzas a las pinzas de ella y así empiezan a bailar.

No sabemos sus gustos en música, si se acercan al vals del Danubio Azul de Johan Strauss o al adorable reguetón Despacito de Luis Fonsi pero la pareja puede bailar por horas. Cierto es que el príncipe azul del alacranato debe poner pies en polvorosa después del Summun Bonum porque si el apareo no estuvo del gusto de la hembra se lo puede ¡hasta comer! ¡Algunas especies lo hacen!

La magia de las palabras puede ser buena o mala. O buena para algunos y mala para otros. En la revolución rumana de diciembre de 1989, en una plaza de Bucarest, Nicolae Ceaucescu empezó a hablar y hablar. La gente no lo quería y empezó un susurro que fue agarrando volúmen, Timisoara, Timisoara hasta volverse estruendoso. En Timisoara había ocurrido días antes una masacre de fuerzas del gobierno contra la población civil. El ejército se había dividido y al oír el grito de Timisoara, algunos francotiradores empezaron a disparar.

En pleno Kabum, los Ceaucescu huyeron en un helicóptero y llegaron a Targoviste a menos de 100 kilómetros de la capital. Ellos se tuvieron que bajar del helicóptero porque el ejército había cerrado el espacio aéreo. Trataron de seguir adelante con el autostop pero fue inútil. El ejército se llevó a Ceaucescu y su esposa Elena y luego de un juicio apresurado donde fueron juzgados por genocidas fueron ejecutados el mismo día, el 25 de diciembre de 1989. Increíble, una palabra, tumbó a un feroz dictador.

En cuanto a palabras con luz propia, ninguna tiene tanta como la palabra Amén. Nació en el idioma hebreo, pasó al arameo, luego al griego, al latín y todo fue tan rápido, que no hubo tiempo de traducirla, pasó así como una flecha casi sin modificaciones. Se refiere a la verdad y suele ser una confirmación de algo que se ha pedido. Es costumbre decirlo al final de una oración.

A Jesús le gustaba usarla al comienzo. Iniciaba sus parábolas con el Amén, como para confirmar la veracidad de lo que iba a decir. El amén se usa en ambas liturgias, la cristiana y la de las sinagogas. Tiene la palabra una extraña fuerza y afortunado es quien la pueda percibir.

Amén.

Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.

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Las palabras mágicas, por Aglaya Kinzbruner

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26.03.2024

X: @kinzbruner

Dicen que el hombre empezó a hablar (Science Advances) hace 25 millones de años. Lógicamente estamos hablando del Sapiens porque además de andar parado, no sabemos qué otra habilidad tenía el Erectus, y menos todavía en cuanto al Homo Habilis. Cierto es que ignoramos si tantos talentos incluían también hablar, y eso sí es un poco más difícil, hablar seguido por 25 millones de años. Recordamos un discurso de Fidel Castro en Harvard, la Academia tenía una gran curiosidad por escucharlo, que pareció a nuestros oídos poco entrenados, no acabar nunca.

Debe ser que esas no eran palabras mágicas como, por ejemplo, las que escuchó Alí Babá cuando vio como 40 ladrones entraban a una formación rocosa que parecía inexpugnable con sólo decir Ábrete Sésamo. Como se ve, desde pequeños nos entrenamos en el aprendizaje de las palabras mágicas. Alí Babá escuchó, aprendió y decidió hacer lo mismo. Robó a su vez todo lo robado por los........

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