Son disímiles las causas que carcomen y contribuyen a la degradación de estructuras socio-económicas en cualesquiera de las sociedades contemporáneas. El delito y la corrupción son un arma de destrucción similar a otros flagelos como la violencia, narcotráfico y terrorismo, todos pueden incidir directa e indirectamente en procesos de ingobernabilidad y quebranto institucional, de ahí lo importante que resulta evitarlos, y de existir, erradicarlo de raíz.

En la historia universal se han suscitado decenas de ejemplos. Civilizaciones antiguas y modernas, (incluso sistemas avanzados, populares y participativos de corte progresista) también han perecido con la proliferación de vicios negativos que afectaron su integridad, cohesión y sostenibilidad de desarrollo.

Una de las más traumáticas experiencias en los años 90 de la anterior centuria resultó ser la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y junto a ella la desaparición del campo socialista en Europa del Este, luego de alrededor de 50 años de sustentar un sistema más avanzado, equitativo y justo que el feudal que le antecedió. Y luego de su etapa de reconstrucción a partir de la II Guerra Mundial constituyó también símbolo de paz e independencia para los pueblos de Asia, África y América Latina, buena parte entonces colonizados por potencias del llamado Primer Mundo.

El sorprendente acontecimiento tuvo notable repercusión y trascendencia en el pasado siglo. La URSS no solo fue víctima de una virulenta campaña mediática orquestada en su contra por centros de poder occidentales que influyeron en su desestabilización, sino también fue muy dañada en su interior por graves desviaciones de principios éticos y errores en la aplicación de la entonces denominada “ Perestroika”, reformas políticas y económicas, a lo cual se sumaron procesos de corrupción, desunión, e intentos de ignorar por parte de algunos sectores pro-occidentales, la heroica y gloriosa historia de lucha y sacrificio de ese pueblo durante la Gran Guerra Patria. Además se instrumentaron métodos inapropiados en la construcción del socialismo real y el bienestar que durante décadas de unión y desarrollo, se había alcanzado.

La aplicación de políticas capitalistas y neoliberales salvajes en países del mundo y con particular énfasis en Latinoamérica y el Caribe han demostrado, fehacientemente, el fracaso de varias administraciones de la región. Estas, generalmente discípulas obedientes y aliadas incondicionales de Washington y mecanismos financieros a su servicio como el Fondo Monetario Internacional siguieron al pie de la letra las recetas y recomendaciones dictadas por el ente financiero, y aplicaron medidas radicales de choque que sumieron a sus naciones en mayores niveles de pobreza y abismales desigualdades con el propósito de complacer a élites de poder y a los representantes del gran capital.

Hoy vuelven a avisorarse en Nuestra América países con gobiernos de ultra derecha los cuales se alejan cada vez más de los intereses y necesidades básicas de sus ciudadanos. Países del Sur vuelven a reiterar los mismos descalabros económicos de décadas pasadas, crece vertiginosamente el endeudamiento con el F.M.I. y para cumplir con sus exigencias se aplican férreas estrategias de recortes de presupuestos para obras sociales en detrimento del bienestar de las mayorías de la población y ello trae como consecuencias; desestabilización, desempleo, menos inversiones en renglones de Educación, Salud, Cultura, infraestructuras urbanísticas y otras de beneficio para la ciudadanía.

Esas políticas antisociales orientadas a apuntalar cada vez más a las oligarquías nacionales y a sus patrocinadores provocan indignación y descontento popular. Los trabajadores de disímiles sectores de la economía y los servicios, jubilados, amas de casa, estudiantes y docentes, entre otros segmentos de población, ven cómo se encarece su nivel de vida, y lo que es peor, gran parte de esa fuerza laboral queda desamparada, y en el olvido.

En un contexto de crisis económica internacional estos flagelos también generan manifestaciones desesperadas que generan violencia, complejizan más el desarrollo y la estabilidad de los países, fundamentalmente en aquellos del Sur que dependen en gran medida del mercado externo y también de las inversiones en renglones prioritarios que tributen al Desarrollo Humano. Sin embargo, lo que se percibe actualmente es una subida vertiginosa de los precios de artículos y productos, en muchos casos estos se triplican con respecto a años anteriores.

La República de Cuba es también una nación del Sur que sufre las consecuencias de la crisis global, pero en condiciones económicas sumamente complejas y más desventajosas, al ser víctima de uno de los bloqueos más criminales y extensos que la historia haya conocido. Por más de sesenta años es asediada por una potencia económica como Estados Unidos con influencia decisiva en los mercados financieros y cual obstaculiza con medidas draconianas e irracionales el acceso de la Isla a créditos, al uso del dólar y mantiene una madeja de leyes con restricciones y sanciones de carácter extraterritorial que limitan y perjudican con creces, el comercio con la nación caribeña.

Y aún en esas circunstancias la Mayor de las Antillas no renuncia a su derecho al desarrollo, a desplegar el sistema socio-económico orientado a mayor justicia social para su población, con independencia y paz.
Ante el contexto actual mundial y el recrudecimiento criminal del bloqueo, la Isla se vio en la necesidad de aplicar medidas económicas (nunca antes vistas en el proceso revolucionario), y por ende no siempre populares, aunque comprensibles e indispensables para la movilidad económica. Estas disposiciones relacionadas con aumento de precios de determinados servicios contribuyen a sustentar financieramente las principales conquistas sociales que tienen una gran incidencia en el Sistema Nacional de Salud y Educación de acceso gratuito para todos sus ciudadanos, y para lo cual se asigna una alta cuantía del presupuesto, -millones de pesos cada año-, además de una sostenida contribución a la atención social para los ciudadanos más vulnerables y discapacitados.

Y aún en esas circunstancias la nación caribeña hace ingentes esfuerzos para mantener algunos productos de la canasta básica normada, subsidiada, y distribuirla equitativamente para los más de 11 millones de cubanos.

El pueblo y Gobierno no cejan en su empeño de trabajar con ahínco para continuar buscando soluciones con iniciativas y estrategias de innovación a las principales problemáticas que aquejan a la población. Se incentiva la producción nacional y también se incorporan nuevos actores económicos, así como renglones exportables y sustitución de importaciones.

De igual manera Cuba mantiene el combate sin tregua a cualesquiera de las manifestaciones negativas, delictivas y de corrupción que puedan generarse en el proceso de actualización de su modelo económico, ese que se erige en muy difíciles condiciones y cual aposta al desarrollo sostenible con equidad y bienestar para todos sin distinción de clase, credo, y raza. Ante hechos incompatibles con los valores de solidaridad enarbolados por la Revolución, no hay impunidad. Los casos que se detectan de quebranto a la legalidad, al Código de Ética o a la Constitución de la República responden ante las leyes establecidas, con transparencia y justicia.

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Evitar flagelos que carcomen sociedades

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15.03.2024

Son disímiles las causas que carcomen y contribuyen a la degradación de estructuras socio-económicas en cualesquiera de las sociedades contemporáneas. El delito y la corrupción son un arma de destrucción similar a otros flagelos como la violencia, narcotráfico y terrorismo, todos pueden incidir directa e indirectamente en procesos de ingobernabilidad y quebranto institucional, de ahí lo importante que resulta evitarlos, y de existir, erradicarlo de raíz.

En la historia universal se han suscitado decenas de ejemplos. Civilizaciones antiguas y modernas, (incluso sistemas avanzados, populares y participativos de corte progresista) también han perecido con la proliferación de vicios negativos que afectaron su integridad, cohesión y sostenibilidad de desarrollo.

Una de las más traumáticas experiencias en los años 90 de la anterior centuria resultó ser la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y junto a ella la desaparición del campo socialista en Europa del Este, luego de alrededor de 50 años de sustentar un sistema más avanzado, equitativo y justo que el feudal que le antecedió. Y luego de su etapa de reconstrucción a partir de la II Guerra Mundial constituyó también símbolo de paz e independencia para los pueblos de Asia, África y América Latina, buena parte entonces colonizados por potencias del llamado Primer Mundo.

El sorprendente acontecimiento tuvo notable repercusión y trascendencia en el pasado siglo. La URSS no solo fue víctima de una virulenta campaña mediática orquestada en su contra por centros de poder occidentales que influyeron en su desestabilización, sino también fue muy dañada en su interior por graves desviaciones de principios éticos y errores en la aplicación de la entonces denominada “ Perestroika”, reformas políticas y económicas, a lo cual se sumaron procesos de corrupción, desunión, e........

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