Cuando en octubre de 1960 el presidente Dwight D. Eisenhower impuso lo que entonces denominó “embargo parcial económico a Cuba” y posteriormente rompió las relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961, comenzó la vil cruzada del imperialismo estadounidense contra esta aguerrida Isla, que decidió ser libre e independiente, y dejar de ser traspatio de Washington.
Esas acciones unido a las agresiones que venían suscitándose desde comienzos del proceso revolucionario en 1959; sabotajes, vuelos ilegales de aeronaves procedentes del Norte, secuestro de pescadores, actos terroristas, y conspiraciones para asesinar al máximo líder Fidel Castro y otros dirigentes serían la antesala de posteriores actividades subversivas organizadas por la CIA y sicarios batistianos que en esa etapa llegaron a tener como colofón de la ignominia, la invasión por Playa Girón con el propósito de derrocar la Revolución, sin imaginar siquiera que con el apoyo mayoritario del pueblo cubano serían derrotados en solo 72 horas, los mercenarios patrocinados por la Casa Blanca, esos que embaucados por su amo, osaron penetrar en la nación caribeña.
En ese contexto de frustración ante la consolidación de un proyecto emancipador en la Mayor de las Antillas fueron desplegándose campañas de mentiras y tergiversación de la realidad, sin precedentes. Uno de los hechos más crueles entonces desarrollados fue la conocida Operación Peter Pan, cuando cientos de infantes fueron separados de sus padres y familias al fomentar desde Estados Unidos campañas de terror que incitaron a la salida del país de un considerable número de niños, y ello fue ejecutado sin ética ni escrúpulo alguno por parte de la administración de EE.UU. en contubernio con entes a su servicio.
Y a la par de esa infamia fueron planificadas y ejecutadas decenas de acciones contrarrevolucionarias, y ante la respuesta de no claudicación por parte de Cuba con su Revolución Popular, Democrática y Participativa en marcha, el entonces presidente de EE.UU., John F. Kennedy, el 3 de febrero de 1962 emitió la Proclama 3447 la cual decretó un “embargo” total del comercio al amparo de la sección 620 (a) de la Ley de Asistencia Exterior. A partir de entonces se le dió carácter oficial al bloqueo con medidas y disposiciones económicas unilaterales y profundamente dañinas que venían instrumentándose desde inicios de los años 60 del pasado siglo.
Así mismo, en la medida que fueron transcurriendo los años y el objetivo de EE.UU. y sus aliados, como la lucrativa mafia cubano-americana radicada en la Florida, (protagonista esencial de la organización de actos terroristas y cruzadas subversivas contra la Isla), no se cumplían, intensificaron con diversos mantos y fachadas la guerra económica e ideológica. Vendrían más sanciones y leyes; la Torricelli, Helms-Burton y un mayor recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero el cual tiene record de infamia por más de seis décadas, y que en el complejo panorama global de pandemia de Covid-19, el gobierno estadounidense no mostró signo alguno de humanismo, no fue capaz de flexibilizarlo y por el contrario, lo profundizó.
El pueblo cubano sigue denunciando esta cruel política impuesta de manera injusta y criminal contra millones de ciudadanos de la Isla que defiende la paz con equidad social, y cual jamás ha representado amenaza alguna para Estados Unidos.
La nación caribeña no promueve odio ni violencia, y a diferencia de Washington aposta por relaciones armónicas académicas, comerciales, científicas, culturales y de otra índole en igualdad de condiciones y respeto a la autodeterminación de ambos países. Pero la irracionalidad, falta de pragmatismo y tradicional prepotencia de Norteamérica no le permite fomentar la buena vecindad que también anhela la inmensa población estadounidense y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños que proclamaron la región, como Zona de Paz.
El bloqueo es genocida, también anacrónico e insensato. Y en esta era de civilización, siglo XXI, resulta aberrante por parte de quienes lo sustentan.
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Record de bloqueo a Cuba resulta genocida, anacrónico e irracional
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31.01.2024
Cuando en octubre de 1960 el presidente Dwight D. Eisenhower impuso lo que entonces denominó “embargo parcial económico a Cuba” y posteriormente rompió las relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961, comenzó la vil cruzada del imperialismo estadounidense contra esta aguerrida Isla, que decidió ser libre e independiente, y dejar de ser traspatio de Washington.
Esas acciones unido a las agresiones que venían suscitándose desde comienzos del proceso revolucionario en 1959; sabotajes, vuelos ilegales de aeronaves procedentes del Norte, secuestro de pescadores, actos terroristas, y conspiraciones para asesinar al máximo líder Fidel Castro y otros dirigentes serían la antesala de posteriores actividades subversivas organizadas por la CIA y sicarios batistianos que en esa etapa llegaron a tener como colofón de la ignominia, la invasión por Playa Girón con el propósito de derrocar la Revolución, sin imaginar siquiera que con el apoyo mayoritario del pueblo cubano serían derrotados en solo 72 horas, los mercenarios patrocinados por la Casa Blanca, esos que embaucados........
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