El ruido anunció que una goma del P11 se averió por lo cual caminé loma abajo y de pronto escuché el llamado: un hombre me invitó a montar en moto hasta la intersección con la carretera Monumental donde
pediría otra “botella”.
Una mujer en similar situación dijo: “Desde aquí haré señas a quienes vienen desde Guanabo, hágalo usted a los que salen de Cojímar y Alamar.
En medio de aquella estrategia botellera –como si de la cacería de un dinosaurio se tratara- se detuvo un carro de alta gama; de esos que circulan por La Habana y donde nunca pensé montar.
Dimos las gracias y le comenté al chofer: “Soy de las que piensa que siempre alguien me socorrerá, porque
trato de hacer lo mismo con los demás y eso me hace sentirme bien conmigo”.
El hombre observó por el espejo retrovisor y comentó: “En eso soy igual a usted; recuerdo que cuando
la pandemia del Covid-19, a quienes trabajábamos en el turismo, nos convocaron para limpiar hospitales
y pensé que aquellas personas enfermas merecían estar limpias.
Explicaron los riesgos que correríamos, que era una enfermedad nueva y todo lo que podría pasar…, y
limpié pisos en el HospitalNaval. Nunca pensé en salarios y un día avisaron que fuera a cobrar”. ¿Cómo te
sentiste luego de haber pasado todo?, inquirí. “Estoy bien conmigo”, fue su respuesta.
Lo increíble es que ese mismo día cuando terminé de trabajar en el canal de TV (uno de mis dos trabajos) llamé al jefe, de este periódico, para que copiara unas fotos y comentó: “Hoy sucedió algo curioso: Cuando salía en el auto, una mujer me solicitó la adelantara. Una cirujana maxilofacial que formaba parte de un equipo dispuesto para realizar una operación quirúrgica impostergable. Sentí algo raro, no conozco al enfermo, ni a la médico, ni pensé en gasolina o en la distancia, solo la miré y cambié el rumbo para
llevarla a donde ya el equipo de cirujanos esperaba”.
¿Cómo te sientes?, le pregunté. La respuesta fue: “Tranquilo”. Y entonces le respondí que comparto esa paz que permite, después de ayudar a otros, sentirse tranquilo con uno mismo.
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31.03.2024
El ruido anunció que una goma del P11 se averió por lo cual caminé loma abajo y de pronto escuché el llamado: un hombre me invitó a montar en moto hasta la intersección con la carretera Monumental donde
pediría otra “botella”.
Una mujer en similar situación dijo: “Desde aquí haré señas a quienes vienen desde Guanabo, hágalo usted a los que salen de Cojímar y Alamar.
En medio de aquella estrategia botellera –como si de la cacería de un dinosaurio se tratara- se detuvo un carro de alta gama; de esos que circulan por La Habana........
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