Hace unos días estuve en la sede de la Upec nacional. La que siempre llamamos la casa de todos. Incluso, desde los tiempos de estudiante de periodismo y las convergencias vespertinas con lo más encumbrado de la prensa por los ochenta. Cuando la división entre prensa nacional y provincial, en la práctica, no existía; porque había un común denominador en nuestra línea de trabajo, tanto editorial como política: Fidel.

Y es así que nunca establecemos los protocolos que pudieran marcar cierto elitismo en cuanto a la responsabilidad asumida por quienes nos dedicamos, profesionalmente, al oficio de servidores públicos como garantes de la veracidad de la información que debe recibir nuestro pueblo. Una de las pocas profesiones donde la mayoría del colectivo, con independencia de responsabilidades, tiene nivel superior, numerosos postgrados e incluso maestrías y doctorados.

Por tanto, disfrutamos del antaño chákara (té con miel y ron) –sin considerarnos anfitriones del recién llegado a la Casa de la Upec-; mientras conversaba con el padre del feeling y casi un padre adoptivo, César Portillo de la Luz, o intercambiábamos con el inigualable profesor Marrero, en la misma mesa, con la humildad que lo hacen los grandes, entre los cuales destaco a mi profesor, el escritor Daniel Chavarría; aquellos capaces de sostener la mirada inquisitiva del novel y aprendiz, o aprender del que comienza, mientras establecíamos las mejores formas de aprender, el nexo imprescindible para la continuidad de un legado de batallas en función del periodismo cubano.

Evoco la ocasión en que terminábamos la cobertura de la edición de un evento de Globalización y problemas del desarrollo, en la cual Fidel –cuando se dirigían los delegados e invitados hacia el Club Habana, para una recepción-; preguntó: ¿Dónde están los periodistas? De inmediato nos localizaron a todos y abordamos uno de los ómnibus: representantes de medios nacionales y provinciales (sin diferencias), porque el líder de la Revolución cubana, nos conocía. Sabía de cada uno de los que descollaban y nos trataba con aquella modestia y respeto propios del gigante capaz de trascender por los siglos de los siglos.

Su complicidad en las madrugadas en las redacciones periodísticas de Granma, no excluía su conocimiento de la situación que atravesábamos el resto de las redacciones en todo el país. Escuchaba, tomaba notas, enviaba a sus ayudantes para garantizar las atenciones materiales para la prensa, tanto para algunos colegas, individualmente, como para los colectivos: computadoras, conexiones a Internet y vehículos, venta de ropas y “conspiraba” –como me dijo sonriente Juana Carrazco, exigiendo discreción porque “son muchos los profesionales de la nación que los mere-cen y los necesitan y no contamos con recursos para todos”.

Porque Fidel siempre consideró la línea indivisible entre el periodismo y la política para todas las batallas por sostener la Revolución y construir el Socialismo. “Me gusta el oficio, de verdad… Ténganme por uno de ustedes”, aseguró en aquel VII Congreso, el más trascendental en la historia de la Unión de Periodistas de Cuba. “Estoy soñando con unos periodistas que tengan todos los elementos para hacer su trabajo, con unos periodistas óptimos. Es un sueño que podemos lograr”.

Ver además:

Más allá de lo que encierra un premio

QOSHE - La casa de todos - Raúl San Miguel
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La casa de todos

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08.03.2024

Hace unos días estuve en la sede de la Upec nacional. La que siempre llamamos la casa de todos. Incluso, desde los tiempos de estudiante de periodismo y las convergencias vespertinas con lo más encumbrado de la prensa por los ochenta. Cuando la división entre prensa nacional y provincial, en la práctica, no existía; porque había un común denominador en nuestra línea de trabajo, tanto editorial como política: Fidel.

Y es así que nunca establecemos los protocolos que pudieran marcar cierto elitismo en cuanto a la responsabilidad asumida por quienes nos dedicamos, profesionalmente, al oficio de servidores públicos como garantes de la veracidad de la información que debe recibir nuestro pueblo. Una de las pocas profesiones donde la mayoría del colectivo, con independencia de responsabilidades, tiene nivel superior, numerosos........

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