Me ocurrió dos veces en solo un día. Desde antes venía observando este comportamiento en medio de la extrema situación con el transporte público y, en contraste (positivo) los ejemplos de solidaridad que se manifiestan diariamente entre choferes de vehículos que circulan por la ciudad haciendo el bien a sus compatriotas —no como un oasis— sino de retribución a todo lo alcanzado y avanzado en el largo camino que compartimos todos; de agradecimiento y manifestación de los profundos valores que nos identifican como pueblo.

Sin embargo, vuelvo sobre quienes exponen el antivalor o la actitud hipócrita cuando viajan sentados, con la mirada esquiva hacia lo que ocurre del otro lado de las ventanillas y justo, en el momento que deben bajar del vehículo, articulan un gesto de “bondad” y seleccionan a quien les ofrecen el asiento, vulnerando el derecho de quien está, precisamente, frente al espacio vacante.

Es cierto que ya no asombra a nadie la “muerte” de la cortesía en un ómnibus, incluso, la equidad en el tratamiento hacia las mujeres con respecto a los hombres en condiciones del derecho —a nivel de la sociedad justa que construimos—, no justifica actitudes que sobrepasan la vergüenza ajena (individual o colectiva) y pone en riesgo el comportamiento que exigimos a los más jóvenes, citados siempre como ejemplo.

Disfruto cuando descubro en mis andanzas por la ciudad y tomo fotografías de cualquier detalle que me haga recordar lo vivido para sentir la belleza que emana del entorno donde crecen las nuevas generaciones de compatriotas, en medio de un escenario marcado por un bloqueo genocida impuesto por Estados Unidos para obligarnos a cambiar el rumbo y aceptar la derrota. No se puede vivir en el pasado, pero se puede vivir en el presente.

Evoco al barrendero, en medio de nuestras exigencias por mantener la ciudad limpia. Su faena no es edulcorada. Sabe que de su trabajo se benefician miles de compatriotas; una gran parte de los cuales lo hemos convertido en Sísifo.

Sin embargo, ahí está con una sonrisa tan enigmática como la Gioconda. No tendrá ningún traspiés que no puedan evitar sus pasos. Por la avenida circula un enorme y moderno BMW, abren la ventanilla y lanzan el desecho de su disfrute. El hombre recoge el recipiente y lo deposita en un latón de su carrito.

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QOSHE - Relevo sin cortesía - Raúl San Miguel
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Relevo sin cortesía

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12.02.2024

Me ocurrió dos veces en solo un día. Desde antes venía observando este comportamiento en medio de la extrema situación con el transporte público y, en contraste (positivo) los ejemplos de solidaridad que se manifiestan diariamente entre choferes de vehículos que circulan por la ciudad haciendo el bien a sus compatriotas —no como un oasis— sino de retribución a todo lo alcanzado y avanzado en el largo camino que compartimos todos; de agradecimiento y manifestación de los profundos valores que nos identifican como pueblo.

Sin embargo, vuelvo sobre quienes exponen el antivalor o la........

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