Los historiadores son cazadores de anacronismos. Hay dos maneras básicas de caer en anacronismos: confundir las épocas históricas, o situar un acontecimiento en una época que no le corresponde. Cuando el presidente Maduro acusa al presidente Milei de debilitar al Estado argentino para convertir a ese hermoso país en una “colonia”, ignora que la “época colonial” se extinguió hace siglos. Y cuando un mozalbete izquierdista habla de una burguesía colombiana, ignora que los burgos se construyeron junto a los castillos señoriales europeos, con lo cual los alcaldes que hoy se llaman a sí mismos “burgomaestres” están delirando. El debate político siempre es un mar de anacronismos, donde cualquier novel historiador puede pescarlos fácilmente.

Por ejemplo, los jóvenes gólgotas de la generación de 1848 acusaron a las primeras cuatro administraciones de la Nueva Granada de haber sido retrógradas y poco liberales, solo porque conservaron los monopolios fiscales de los tabacos y las salinas. Pero don Ignacio Gutiérrez Vergara, hacendista eximio de la Administración Ospina Rodríguez, sometió a crítica ese anacronismo. Pese a ser los presidentes Santander y Márquez liberales reconocidos, no podían abolir en su momento unas rentas fiscales hipotecadas a los acreedores extranjeros de la Hacienda pública. No eran personas irresponsables. Otro ejemplo: los jóvenes étnicos de Cartagena maldicen a sus antepasados del siglo XVII porque no abolieron la esclavitud. Pero si el comercio de esclavos era el gran negocio de ese puerto, generador de amplios márgenes de ganancia, ¿por qué la iban a acabar? Dentro de un siglo, los jóvenes dirán que fuimos unos brutos porque toleramos el negocio de la cocaína y permitimos que la gente se tatuara sus cuerpos.

Don Ignacio concluyó que el progreso humano procede por grados, en una marcha lenta y sucesiva de las generaciones, en la dirección de más ilustración, libertades, derechos y goces. Como cada una de ellas adelanta en algo el progreso general, ningún gobierno es efectivamente retrógrado. Todo es cuestión de paciencia, y por ello no hay que agraviar a las generaciones que nos han precedido, pues gracias a ellas es que hemos llegado al estado actual de progreso.

QOSHE - Opinion A la caza de anacronismos - Armando Martínez
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Opinion A la caza de anacronismos

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21.12.2023

Los historiadores son cazadores de anacronismos. Hay dos maneras básicas de caer en anacronismos: confundir las épocas históricas, o situar un acontecimiento en una época que no le corresponde. Cuando el presidente Maduro acusa al presidente Milei de debilitar al Estado argentino para convertir a ese hermoso país en una “colonia”, ignora que la “época colonial” se extinguió hace siglos. Y cuando un mozalbete izquierdista habla de una burguesía colombiana, ignora que los burgos se construyeron junto a los castillos señoriales europeos, con lo cual........

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