Hace unos días asistí a una fiesta de niños de 13 años. Me sorprendió ver a las niñas vestidas como adultas, compitiendo por quién mostraba más piel.

Al expresar mi preocupación a la madre de una de ellas, su respuesta me dejó atónita: “Ay, Cris, no sabes lo que es ser mamá hoy en día, estas niñas no se dejan decir a nada que no, hacen lo que quieren; además, ¿qué tiene de malo que vistan así si se ven lindas?”.

Esta respuesta me impactó por varias razones. ¿Desde cuándo una mamá se da por vencida en poner límites a sus hijos? ¿Cómo puede ser que no sea consciente de las implicaciones de permitir que una niña se vista de manera adulta?

Le comenté sobre nuestra propia adolescencia, cómo nos solíamos vestir con sacos extra grandes, botines Reebok y copete “Alf”. También le recordé la primera vez que fuimos a una discoteca, sintiéndonos hermosas con nuestros sacos de lana. No necesitábamos mostrar piel para vernos bonitas ni para agradar a los demás, y tampoco nos preocupábamos por quién tenía el mejor cuerpo.

Para muchos padres, ceder ante los deseos de los niños puede parecer la opción más fácil en el momento. Sin embargo, es importante reconocer que esta decisión puede tener consecuencias graves a largo plazo. Al satisfacer cada deseo inmediato, los niños están creciendo sin comprender la importancia de la paciencia, la gratitud y la resiliencia. Esto los está llevando a una sensación de insatisfacción constante, lo que ha contribuido al aumento de la depresión y el suicidio en la juventud.

Hoy, los roles de autoridad se han invertido, con los niños asumiendo un poder desproporcionado en el hogar. Los padres a menudo les dan todo lo que piden, evitando que se aburran o sientan incomodidad, lo que ha llevado a una insaciabilidad crónica. Esto hace que los niños no aprendan a apreciar lo que tienen ni a encontrar la felicidad en las cosas simples de la vida. Además, se creen los reyes del mundo, cuando claramente no lo son.

Recordemos cómo era nuestra generación: pasábamos horas jugando con nuestros hermanos y amigos del barrio, montábamos bicicleta, y jugábamos juegos simples como las escondidas.

En lugar de sobreprotegerlos, los padres deberían fomentar su independencia y creatividad, preparándolos para enfrentar los desafíos de la vida con equilibrio y felicidad.

Siempre que abordo este tema, recomiendo un libro maravilloso llamado “Entre el amor y los límites” de Jorge Eslava Cobos. Debería ser lectura obligatoria.

Sobre la vestimenta como adultos, la sexualización temprana tiene consecuencias nocivas que no podemos ignorar. Una de ellas es el impacto en la autoestima y la percepción del valor personal. Cuando los niños son bombardeados con imágenes y mensajes que glorifican la apariencia física y la sexualidad, corren el riesgo de creer que su valía radica únicamente en su aspecto físico. Esto puede llevar a problemas de trastornos de alimentación. También puede afectar negativamente las relaciones interpersonales. En lugar de buscar amigos basados en la creatividad, la personalidad y la bondad, pueden sentir la presión de competir por la atención y la aprobación basadas en su apariencia física. Esto puede llevar a relaciones superficiales y una falta de conexión emocional genuina.

Es importante que los padres estén conscientes de esta problemática y tomen medidas para contrarrestarla. Asimismo, los diseñadores de moda tienen un papel fundamental en esto. Lamentablemente, la moda actual se centra exclusivamente en un ideal de delgadez, lo que conlleva graves consecuencias. Cuanto más ajustada sea la prenda y más piel se muestre, mejor se considera.

Hubo un tiempo en que la industria de la moda tomó medidas y se prohibieron las tallas muy pequeñas. Sin embargo, parece que hemos olvidado esos avances y estamos retrocediendo a un punto donde ser extremadamente delgada es lo que se valora, lo que ha llevado a un aumento en los trastornos de la alimentación.

Los padres también expresan su preocupación por el inicio temprano de las relaciones sexuales. Y no es de extrañar, cuando vemos que las niñas y los niños comienzan a asistir a fiestas a los 13 años con bebidas alcohólicas y vistiendo prendas inapropiadas para su edad. Estamos frente a una generación donde los niños de 13 o 14 años están experimentando lo que nuestra generación vivió entre los 18 y los 20. Están enfrentando situaciones para las cuales no están preparados, atrapados en unas redes sociales que promueven una vida irreal donde todos aspiran a tener los mejores cuerpos y vidas perfectas.

Como mencioné al principio, es más fácil decir que sí, por supuesto. Pero al final del día, lo que estamos forjando al no saber decir NO, será un problema más adelante que nos traerá muchos dolores de cabeza, quizás sin solución.

QOSHE - Darse por vencidos - Cristina Plazas
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Darse por vencidos

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31.03.2024

Hace unos días asistí a una fiesta de niños de 13 años. Me sorprendió ver a las niñas vestidas como adultas, compitiendo por quién mostraba más piel.

Al expresar mi preocupación a la madre de una de ellas, su respuesta me dejó atónita: “Ay, Cris, no sabes lo que es ser mamá hoy en día, estas niñas no se dejan decir a nada que no, hacen lo que quieren; además, ¿qué tiene de malo que vistan así si se ven lindas?”.

Esta respuesta me impactó por varias razones. ¿Desde cuándo una mamá se da por vencida en poner límites a sus hijos? ¿Cómo puede ser que no sea consciente de las implicaciones de permitir que una niña se vista de manera adulta?

Le comenté sobre nuestra propia adolescencia, cómo nos solíamos vestir con sacos extra grandes, botines Reebok y copete “Alf”. También le recordé la primera vez que fuimos a una discoteca, sintiéndonos hermosas con nuestros sacos de lana. No necesitábamos mostrar piel para vernos bonitas ni para agradar a los demás, y tampoco nos preocupábamos por quién tenía el mejor cuerpo.

Para muchos padres, ceder ante los deseos de los niños puede parecer la opción más fácil en el momento. Sin embargo, es importante reconocer que........

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