Ir a Charalá es realmente un placer en todo sentido, sobre todo el estético porque sus paisajes llenos de esplendoroso verde, en medio de este infierno de verano, producen bienestar en el corazón. Allí está viva la naturaleza: bosques, orquídeas, robles inmensos, aves que iluminan la vida (no es esa tierra árida y amarilla que nos dicen, es Santander) y bañarse en el río Pienta, otro gran placer que todavía en este mundo tecnológico existe. Es ir a la quebrada La Laja, una belleza perdida y salvada del turismo masivo y buscador de comida. De ese turismo que camina sin sentido ocupando su ocio en el vacío. Avanzando y destruyendo todo.

Y hablando de turismo en Charalá, cuna de la revolución comunera, traicionada desde el comienzo por los criollos, se abrió en junio del 2020 un proceso de contratación por más de $8.700 millones para la construcción de un parque temático para celebrar los 200 años de la batalla de Pienta, que algunos historiadores mencionan como una matanza con violación de mujeres, entre ellas, Helena Santos Rosillo, violada una vez la mataron. El enfrentamiento sucedió los días 4, 5 y 6 de agosto. Una semana antes, el 28 de julio, habían fusilado a Antonia Santos en el Socorro. Esa batalla salvó la independencia.

Pues con esa historia montaron un negocio en la Gobernación, con el apoyo de Fontur, que lo promovía como una gran obra. No fueron capaces de reconstruir la hacienda el Hatillo, de Antonia Santos, que está abandonada y saqueada (se salvaron pocas cosas). Esa reconstrucción hubiera salido más económica y hubiera sido un verdadero homenaje, pero hicieron el negocio como les gusta. Hoy está abandonado, con esculturas que parecen héroes griegos por lo estilizadas y no los campesinos nuestros y tampoco se parecen a Antonia Santos, ni a José Acevedo y Gómez y menos a José Antonio Galán. Todo quedó peor. Esperaban 70 mil turistas que hubieran acabado a Charalá por el consumo de servicio que generan, como está pasando en Zapatoca, que sufre por el agua y se mueren algunas vacas de hambre.

Nota

Bucaramanga merece un liderazgo que comprometa a los arquitectos, a los constructores a mejorar su urbanismo como hicieron con Bilbao para embellecer la ciudad. Escultores (no el del Santísimo) que se tomen Bucaramanga.

QOSHE - La alegría se encuentra en Santander - Donaldo Ortiz Latorre
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La alegría se encuentra en Santander

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01.04.2024

Ir a Charalá es realmente un placer en todo sentido, sobre todo el estético porque sus paisajes llenos de esplendoroso verde, en medio de este infierno de verano, producen bienestar en el corazón. Allí está viva la naturaleza: bosques, orquídeas, robles inmensos, aves que iluminan la vida (no es esa tierra árida y amarilla que nos dicen, es Santander) y bañarse en el río Pienta, otro gran placer que todavía en este mundo tecnológico existe. Es ir a la quebrada La Laja, una belleza perdida y salvada del turismo masivo y buscador de comida. De ese turismo que camina sin........

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