Bucaramanga, según cuenta don José Joaquín García (pariente del escritor Héctor Abad Faciolince), era un pueblo visto como “miserable” y habitado por los indígenas Laches. Ni los españoles fundaron en su meseta ciudad, primero fue Girón, donde brillaba el oro.

Poco a poco, según cuenta don José Joaquín, por su mejor clima, algunos señores pudientes de Girón fueron construyendo “ranchos” para pasar temporadas. Desde esa época hasta hoy, han pasado 400 años. Desde la época de 1891 cuando se hizo “la luz” en la ciudad, gracias a Julio Jones y Rinaldo Goelkel, en Chitota, entramos en el mundo moderno, como referían los abuelos cuando contaban cómo era el alumbrado de la ciudad en esa épocas oscuras. La ciudad se fue animando entre sus luces amarillas que despejaban la noche y las sombras de los transeúntes se prolongaban.

Lejos ya de esa tribu indígena que pobló inicialmente la ciudad. Lejos de ese desprecio, la ciudad ha ido cambiando y no necesariamente para mejor. Mucha gente vive en condiciones precarias todavía. Entre barrancos al borde de la ciudad, viven muchos pasando sus vidas desplazadas en ranchos como los de los Laches. Sin servicios, sin escuelas adecuadas, con dificultades inmensas. Pero no solamente ellos, los problemas de la ciudad, la convivencia, la movilidad, el urbanismo, la violencia, las “cuadras pichas” y la inseguridad se multiplican y forman parte ya de su impronta (no hay diálogo que no toque ese tema).

El panorama de la ciudad que una vez soñó ser París, con su bulevares (como una vez lo dijo Barrera Parra: “Bucaramanga es como París”), es desolador. Ojalá lo hubiera sido, o por lo menos como decían algunos llenándose la boca, ojalá hubiera llegado a ser “la Barcelona latinoamericana”. Pues no fuimos ni lo uno ni lo otro.

No poblamos el paisaje de esculturas, ni de pinturas como las de Diego Rivera, ni de conciertos callejeros, ni de buena gastronomía. No hay teatros ni menos librerías porque las fueron cerrando una a una y nadie reclamó, ni edificios admirables que nos llenen de orgullo (como va a ser la facultad de medicina de la UIS). Un edificio que nos ponga a soñar. Esas construcciones las debemos exigir a los gobernantes para alegrar el hasta ahora paisaje de cemento.

Nota

Tenemos cuatro mujeres alternativas en el Congreso y ninguna se entiende ni tampoco hacen gestiones importantes para Santander.

QOSHE - La ciudad que no fue París - Donaldo Ortiz Latorre
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La ciudad que no fue París

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08.04.2024

Bucaramanga, según cuenta don José Joaquín García (pariente del escritor Héctor Abad Faciolince), era un pueblo visto como “miserable” y habitado por los indígenas Laches. Ni los españoles fundaron en su meseta ciudad, primero fue Girón, donde brillaba el oro.

Poco a poco, según cuenta don José Joaquín, por su mejor clima, algunos señores pudientes de Girón fueron construyendo “ranchos” para pasar temporadas. Desde esa época hasta hoy, han pasado 400 años. Desde la época de 1891 cuando se hizo “la luz” en la ciudad, gracias a Julio Jones y Rinaldo Goelkel, en Chitota,........

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