El uso de los criterios ESG (ambiental, social y de gobernanza) para evaluar y medir el desempeño y la sostenibilidad de las organizaciones es una tendencia ampliamente adoptada por las principales compañías del mundo. Lo que causa curiosidad es que todavía hay muchas empresas que no conocen o no se interesan por estos criterios que son, en mi opinión, la receta del éxito para las organizaciones modernas.

Desde el componente ambiental, se tienen en cuenta aspectos relacionados con la huella de carbono, la eficiencia energética, la gestión de los residuos, la conservación del agua y la protección de la biodiversidad, entre otros. Desde lo social, se evalúa lo relacionado con derechos laborales, diversidad e inclusión, desarrollo de la comunidad, derechos humanos y condiciones seguras de trabajo. Finalmente, desde la gobernanza, se promueve la conformación de Juntas Directivas diversas, independientes y eficaces, la transparencia en la divulgación de la información, la gestión de los riesgos, las políticas de remuneración y la ética empresarial. De manera transversal, se evalúa en qué medida la compañía promueve la innovación para abordar los desafíos de sostenibilidad y propone prácticas social y ambientalmente responsables, la implementación de cadenas de suministro sostenibles y, en general, si la sostenibilidad hace parte de la estrategia de la compañía.

Si vemos la sostenibilidad, desde otra óptica, esta se refiere a la capacidad que tiene una compañía de sostenerse en el tiempo, es decir, de garantizar su viabilidad financiera y operativa en el largo plazo. Estas definiciones, tradicionalmente son vistas como opuestas. Para muchas compañías, la responsabilidad social, los proyectos ambientales y la implementación de buenas prácticas de gobernanza, son vistas como un gasto y no como una inversión.

Yo soy un convencido de que involucrar los criterios ESG en la forma de gerenciar las compañías y construir la estrategia teniendo como principio básico la sostenibilidad (ESG), es la fórmula para desarrollar empresas eficaces y eficientes, bien recibidas en la comunidad, con trabajadores felices, que le aportan al desarrollo del territorio y que tienen mayores posibilidades de perdurar en el tiempo; es decir, empresas sostenibles (financiera y operativamente). Estamos en una era en la que el impacto de nuestras acciones sobre nuestro entorno hace parte de la propuesta de valor, de la ventaja competitiva y de los factores de diferenciación de nuestras compañías. Si queremos tener empresas exitosas, debemos desarrollarlas pensando en ESG y sostenibilidad.