Han pasado ya 25 años desde aquel día fatídico que cambió mi vida y la de tantos otros para siempre. El 12 de abril de 1999, abordé el vuelo de Avianca que conectaba las ciudades de Bucaramanga y Bogotá con la esperanza y los sueños propios de cualquier pasajero. Sin embargo, lo que prometía ser un viaje rutinario se transformó en una pesadilla que aún resuena en mi memoria.

El vuelo 9463 de Avianca fue secuestrado por miembros del Ejército de Liberación Nacional, Eln, quienes sembraron el terror en la aeronave y desviaron su curso hacia una pista clandestina en el municipio de Simití, sur de Bolívar. Durante horas interminables, fuimos rehenes de un terrorismo sin escrúpulos, enfrentando el miedo y la incertidumbre ante lo desconocido.

El impacto de aquel evento trascendió las paredes del avión. Familias enteras aguardaban angustiadas por noticias, mientras que el país entero se estremecía ante la vulnerabilidad de su seguridad aérea. Pero, aunque los años hayan transcurrido, el dolor persiste en mi corazón, y la sensación de injusticia no ha menguado.

A pesar de los esfuerzos por esclarecer los hechos y llevar a los responsables ante la justicia, el paso del tiempo ha dejado un amargo reguero de impunidad. La falta de respuestas y la ausencia de rendición de cuentas no solo desafían la integridad de nuestro sistema judicial, sino que también prolongan el sufrimiento de las víctimas y sus seres queridos.

Hoy, en el aniversario número 25 del secuestro del vuelo de Avianca, mi voz se alza junto con la de tantos otros afectados para exigir justicia. Es imperativo que la sociedad no olvide ni ignore el legado de dolor dejado por aquel día fatídico. Recordar la importancia de la justicia y mantener viva la memoria de las víctimas no es solo un acto de homenaje, sino un compromiso por un futuro más justo y seguro para todos.

Que este aniversario sirva como un llamado a la reflexión. Que nos recuerde la urgente necesidad de seguir luchando por la verdad y la justicia, no solo para las víctimas del vuelo de Avianca, sino para todas las víctimas del terrorismo y la violencia en Colombia. Solo así podremos honrar su memoria y trabajar hacia un país donde hechos tan trágicos no vuelvan a repetirse. Aún no hay justicia ni reparación.

Por: Isabel Cristina Rincón - Especial para Vanguardia

QOSHE - Hace 25 años - Isabel Rincón
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Hace 25 años

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12.04.2024

Han pasado ya 25 años desde aquel día fatídico que cambió mi vida y la de tantos otros para siempre. El 12 de abril de 1999, abordé el vuelo de Avianca que conectaba las ciudades de Bucaramanga y Bogotá con la esperanza y los sueños propios de cualquier pasajero. Sin embargo, lo que prometía ser un viaje rutinario se transformó en una pesadilla que aún resuena en mi memoria.

El vuelo 9463 de Avianca fue secuestrado por miembros del Ejército de Liberación Nacional, Eln, quienes sembraron el terror en la aeronave y desviaron su curso hacia una pista clandestina en el municipio........

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