Finalizando el año, el presidente sorprendió al país anunciando una “reforma a la reforma tributaria de 2022”, con el argumento que fue modificada por la Corte Constitucional que declaró inexequible la prohibición a las petroleras de deducir el 100 % de los impuestos, tasas y contribuciones que hubiesen pagado y que le podría haber reportado unos 5 billones; y la limitación de los topes máximos de ingreso para acceder al régimen simple de tributación y tarifas de impuestos, con lo cual pretendían recoger de 2 a 5 billones de pesos al año. Ambas decisiones por ser contrarias a la Constitución.

Entendible esa preocupación, pero lo realmente sorprendente fue la afirmación que la revisión buscaría bajar la tasa de la renta para las empresas (de 35 % a 20 %), presuntamente para fortalecerlas, darles libertad de competir para hacerlas más productivas y, simultáneamente, subírsela a las personas naturales con mayores ingresos. Visión que tuvo, el Ministro Carrasquilla con la reforma tributaria de 2019 (que proponía que el 73 % de los tributos los pagaran las personas naturales y 27 % las empresas), que Petro combatió acérrimamente, al punto que logró, con sus propuestas populistas, alcanzar la presidencia.

Ya en el poder, con la reforma del 2022, se propuso cargar de impuestos a las empresas del sector de hidrocarburos (53 % en el 23) y a las personas más ricas, dizque para hacer más progresivo el sistema tributario, esto es, que los que más ganaran más pagaran; todo con el propósito de reducir las desigualdades.

Expertos en el tema sostienen que, a pesar de ser loable la propuesta, es dificil de cumplir, sobre todo cuando la mitad del recaudo (11.16 billones) provienen de impuestos de las industrias extractivas. Con ese porcentaje tan alto, ¿cómo se podrían reemplazar esos impuestos?, si tenemos factores adversos como: una economía en decrecimiento, ausencia de inversión nacional y extranjera, inseguridad incontrolada, falta de empleo formal, un gasto público desbordado (casi al 2 %); o será que pretende ¿con la nómina cubrir el déficit que va a dejar la rebaja de impuestos a las empresas? Pero, además, ¿cómo hará para cubrir la cascada de subsidios que ofrece por doquier para amarrar votos y fortalecer su partido con el fin de perpetuar su programa izquierdista?

Por esas razones, la propuesta resulta más populista que sensata, así sea un canto de sirena para atraer a las empresas al acuerdo nacional. Amanecerá y veremos.