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El proceso electoral colombiano ha venido pervirtiéndose de manera tal que desfiguró la democracia representativa. El fraude por maniobras en la Registraduría y que ha cobrado chivos expiatorios en el pasado, hoy pareciera haber desaparecido, sin embargo, en las pasadas elecciones al Congreso, se “refundieron” quinientos mil votos. El fallecido senador conservador, Raymundo Emiliani Román, semanas antes de morir aceptó en una entrevista que la compra de votos es una costumbre en el caribe que se ha extendido por todo el país. Aida Merlano, condenada por una empresa criminal de compra de votos, no obstante, su cercanía afectiva al hermano de Emiliani y al alcalde Char, según publicaciones suficientemente conocidas, está recluida en El Buen Pastor, mientras que otro Char, el expresidente del Senado goza de libertad por obra y gracia de la Fiscalía y de un Juez de reemplazo.

Entre nosotros es un hecho notorio la compra de votos disfrazada con el pago de testigos y jurados electorales, encargados de “cuidar los resultados”. La “tarifa” osciló entre ciento cincuenta mil pesos colombianos y trescientos mil, que según dicen, se extendió dicho pago a cada elector que llevara el testigo. Hasta donde sé, no existe ni denuncia ni investigación alguna al respecto. Los políticos profesionales distribuyen los gastos electorales dejando un 50 % para el día electoral incluyendo el “blindaje”. Comentan que, en Bucaramanga, el tope de dos mil ochocientos millones produjo fuertes carcajadas, y si bien en las cuentas oficiales lo cumplen, en el mundo real es superado en cuatro o cinco veces con impunidad total por quienes llegan a obtener las votaciones más copiosas.

Están acostumbrados a no acatar normas ni leyes, por eso también violan aquellas que prohíben la doble militancia y otras que generan inhabilidad o incompatibilidad. De acuerdo con Fajardo, pienso que como se eligen, gobiernan, es decir, sin apego a la ley. Untado un dedo…untada la mano, sin embargo, para algunos es gravísimo que los investiguen y peor que los destituyan. Un elector que vende su voto por dinero, o por un puesto o por un contrato, condena a la ciudad a su no resurrección.

QOSHE - No habrá resurrección - Jaime Calderón Herrera
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No habrá resurrección

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28.03.2024

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El proceso electoral colombiano ha venido pervirtiéndose de manera tal que desfiguró la democracia representativa. El fraude por maniobras en la Registraduría y que ha cobrado chivos expiatorios en el pasado, hoy pareciera haber desaparecido, sin embargo, en las pasadas elecciones al Congreso, se “refundieron” quinientos mil votos. El fallecido senador conservador, Raymundo Emiliani Román, semanas antes de morir aceptó en una entrevista que la compra de votos es una costumbre en el caribe que se ha extendido por todo el país.........

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