El respeto es el gran valor perdido de nuestra cultura. Puede ser simple, o tan complejo como convivir con las diferencias culturales, políticas o religiosas. Siendo indispensable para la vida armoniosa en sociedad, para tener una relación sana con el otro, lo hemos sacrificado detrás de la ilusión que trae el individualismo con la supuesta bondad del mérito y la competencia, antagonistas de la empatía, la solidaridad, la compasión activa y el trabajo en equipo.

El individualismo pretende que sea la persona despojada de empatía, quien construya su futuro en solitario, aparentemente como fruto de su esfuerzo y de sus méritos, lo cual es la arquitectura propicia para que pase por encima de los demás, para el “todo vale”, para el irrespeto a todos y a todo, incluyendo personas, animales, medio ambiente e instituciones. Gran engaño: el individuo enfrentado a la competencia y desprovisto de la tutela del Estado y de valores morales como el respeto, está condenado a la frustración recurrente con su consecuencia de depresión y ansiedad. Los pocos que logran sus metas, al poseer precarios valores, abusan de lo material para compensar sus carencias sociales y buscan refugio en una mal entendida religiosidad deportiva, política, empresarial o doctrina, fe o evangelio, pero de manera contradictoria, las practican con intolerancia y falta de respeto hacia los demás.

Es el caso de las acciones sociopáticas después de eventos deportivos, también de los centros educativos que programan festejos a volúmenes que se escuchan a varias cuadras , de iglesias de todo tipo que con pólvora y cánticos estridentes y altisonantes saludan la madrugada superando los 45 decibeles sin consideración o caridad alguna.

¿En qué momento perdieron el respeto por sus creencias y su Dios? La conexión espiritual y si se quiere la adoración, exigen recogimiento, silencio, estética, dignidad y privacidad, todo muy distinto a esos simulacros feriales que se me antojan ofenden al prójimo y por tanto al mismo Dios que pretenden alabar. Si se trata de manifestaciones musicales de alabanza, debieran en privado emular al Himno de la alegría y no a cánticos comerciales de dudosa calidad.

QOSHE - Opinion ¡Respeto por los límites! - Jaime Calderón Herrera
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Opinion ¡Respeto por los límites!

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28.12.2023

El respeto es el gran valor perdido de nuestra cultura. Puede ser simple, o tan complejo como convivir con las diferencias culturales, políticas o religiosas. Siendo indispensable para la vida armoniosa en sociedad, para tener una relación sana con el otro, lo hemos sacrificado detrás de la ilusión que trae el individualismo con la supuesta bondad del mérito y la competencia, antagonistas de la empatía, la solidaridad, la compasión activa y el trabajo en equipo.

El individualismo pretende que sea la persona despojada de empatía, quien........

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