Como pude mencionar en otro espacio, la pregunta sobre la constituyente no es jurídica; ni siquiera política, sino práctica: ¿en qué medida una herramienta excepcionalísima como ésta va a ayudarnos a resolver los dolores del pueblo colombiano? ¿Una constituyente va a desactivar las violencias actuales contra indígenas y afro? ¿Va a parar la muerte de niños por desnutrición en La Guajira? ¿Va a servir para combatir la pobreza extrema?

Ninguno de esos fenómenos obtiene una respuesta positiva y oportuna de un proceso constituyente. En cambio, la manera de comenzar a trabajar para resolverlos de verdad, radicaría en una actitud de gobierno activo, dispuesto a ejecutar los enormes recursos que tiene guardados quién sabe para qué y para invertir cuándo. Sin embargo, me da mucha pena ver al único proyecto de izquierda progresista que ha llegado al máximo poder en Colombia, dilapidando su capital, engolosinado con discursos grandilocuentes y, en fin, en modo constituyente.

Estar en ese modo es, además, una manera de romper con la confianza entre los actores que deberían participar en las soluciones a los ingentes problemas que tenemos. Ni los gobernantes locales van a las reuniones convocadas por el presidente ni el gobierno central está interesado en cooperar con ellos en proyectos regionales de primer orden que necesitan de los recursos del Estado para poder concluirse. Pasa con las vías de Antioquia o con el problema de los servicios públicos en la costa, especialmente la luz.

Estar en modo constituyente paraliza, frena las inversiones y el normal transcurrir de la economía, ya de por sí golpeada, porque todo el mundo va a esperar a ver qué pasa el año entrante; desde los hogares en la toma de decisiones simples pero vitales para que el consumo se mueva, hasta las ‘megainversiones’ que prefieren tener estabilidad y certezas que por ahora no encuentran en los mercados colombianos.

El modo constituyente que activó el presidente Petro no une, no genera consensos, porque, como él mismo ha señalado, se le acabó la paciencia y ha abandonado la idea que alcanzó a rumear en varias intervenciones de un acuerdo nacional sobre temas fundamentales. Al contrario, divide, enemista, segrega.

Es una lástima tener que estar en modo constituyente y no en modo país, en modo crecimiento, en modo progreso. Lo primero, lamentablemente, asfixia lo segundo. En últimas estaremos, más bien, en modo estancamiento en los meses que vienen.

QOSHE - En modo constituyente - José Manuel Acevedo
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En modo constituyente

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25.03.2024

Como pude mencionar en otro espacio, la pregunta sobre la constituyente no es jurídica; ni siquiera política, sino práctica: ¿en qué medida una herramienta excepcionalísima como ésta va a ayudarnos a resolver los dolores del pueblo colombiano? ¿Una constituyente va a desactivar las violencias actuales contra indígenas y afro? ¿Va a parar la muerte de niños por desnutrición en La Guajira? ¿Va a servir para combatir la pobreza extrema?

Ninguno de esos fenómenos obtiene una respuesta positiva y oportuna de un proceso constituyente. En cambio, la manera de comenzar a trabajar para resolverlos de verdad,........

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