Después del tropiezo del año pasado, y con la reparación de mi máquina de vida, volví a empezar a visitar mis nietos, arrancando por los más cercanos, los gringuitos, los mayores de la cosecha.

Qué bueno es mirar de lejos y en silencio, con nada de pitos y del tronar de motos, ni los anuncios de los remontadores de calzado de hace años o vendedores de periódicos que anunciaban el retrato de la victima, ahora tendrían que vocear de las que se dan, por accidentes de motos.

Esto sí, es paz, en donde hay que utilizar suéter para neutralizar el aire acondicionados de estas casa herméticasa que se acostumbraron, para mi débiles, que salen volando con los huracanes que tienen que soportar.

Ahora disfruto del Marriott Vacación Club en el Cypress de Orlando, al sur de la ciudad, cercano a muchas atracciones y a los outlets, llenos de compradores de todo el mundo. Bueno es recordar a los años 70, cuando llegó un comercial de Marriott y casó a muchos santandereanos para venderles el programa del tiempo compartido. Ahí aprendimos, para comprar en grupos propiedades en Santa Marta, en un tiempo compartido criollo, con el cual teníamos la oportunidad de llevar a nuestros hijos a gozar de playa y mar, proceso que sigue vivo y coleando como decía mi abuela.

Desde aquí seguimos el camino tortuoso por donde nos lleva Petro en su desgobierno, en el que anda, ahora empeñado en una constituyente, la cual juró no hacer, junto al exalcalde Mockus, que muy seguramente por su estado de salud ya también olvidó que a su lado tenía un mitómano compulsivo.

Me parece que le quedará muy difícil ponerla a andar porque tendría que poner más de 3 millones de votos de los que puso en su elección, y si por las triquiñuelas pasa, seguro que el país se levantaría en su contra. Lo pondría de patitas en la calle.

Mejor es que siga encarretado con el Metro de Bogotá, está como los niños a quien le niegan un juguete. Empeñado en enterrarlo.

QOSHE - Opinion Crónica de una nueva oportunidad de vida - Luis Ernesto Ruiz
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Opinion Crónica de una nueva oportunidad de vida

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20.03.2024

Después del tropiezo del año pasado, y con la reparación de mi máquina de vida, volví a empezar a visitar mis nietos, arrancando por los más cercanos, los gringuitos, los mayores de la cosecha.

Qué bueno es mirar de lejos y en silencio, con nada de pitos y del tronar de motos, ni los anuncios de los remontadores de calzado de hace años o vendedores de periódicos que anunciaban el retrato de la victima, ahora tendrían que vocear de las que se dan, por accidentes de motos.

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