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Tengo dos hijos universitarios quienes, cada vez que no tienen clase, me inquietan con sus explicaciones. “Que al profe se le presentó un inconveniente”, “que la profe no alcanza a llegar a la U”, “que le tocó asistir a un evento muy importante”. Y así, esas horas pagadas previamente, se resbalan por el sifón de las disculpas.

Cuando les pregunto si los profes van a reponer las clases se produce de repente un silencio, y enseguida balbucean un ‘jum’, como poniéndole punto aparte a mi inquietud. Yo les insisto que reclamen esas horas, que a los ‘profes’ les llega a fin de mes el pago completo. Se encogen de hombros y cambian rápidamente de tema.

No voy a negar que yo también me alegraba cuando, en mi época de estudiante, se cancelaba alguna clase. Y si era con algún profesor ‘cuchilla’, la felicidad era completa, pues teníamos más tiempo para adelantar alguna tarea a medio camino, sacar las fotocopias de lecturas pendientes de otra materia o, simplemente, dedicarnos a ese tiempo delicioso para el ocio en el que fortalecíamos los vínculos entre compañeros.

No había correo electrónico para recibir instrucciones del profesor, mucho menos WhatsApp, así que la única forma de informarnos era ir hasta la facultad para averiguar por la suerte del docente, a lo mejor había llamado por teléfono y dejado alguna razón. Y, en efecto, nadie se ‘rasgaba las vestiduras’ por reclamar la ‘cachada’ a clase del profesor. Mucho menos se ‘tiraba calculadora’ para hacer cuentas sobre la platica esfumada por no recibirla.

La libertad de cátedra es un derecho que tienen los docentes para compartir los conocimientos propios de su especialidad, sin embargo, en ocasiones se confunde como esa licencia que tiene el docente, a veces sin justificación, para ‘capar’ clase. Es, justamente, en ese eslabón de la relación maestro - estudiante, que se puede perder el esfuerzo que hacen las universidades por garantizar una formación de calidad.

Las instituciones universitarias invierten tiempo y recursos para alcanzar certificaciones, acreditaciones y puestos de privilegio en escalafones internacionales que surten argumentos válidos y comprobables que impactan positivamente en su reputación. En un mercado cada vez más estrecho, esta clase de logros sirve necesariamente para atraer y retener estudiantes en sus claustros y la formación está cada día más atada a procedimientos estandarizados que le apuntan a asegurar el cumplimiento de programas previamente preparados y definidos, con el fin de no quedar expuestos a la improvisación.

Enseñar es un privilegio. Ser docente es una vocación cada día más cualificada. Es en el aula donde todos esos ‘pergaminos’, de alguna manera, se representan en el maestro. Lamentablemente, algunos lo confunden con hacer cualquier cosa.

QOSHE - ¿Libertad de cátedra o ‘capaclase’? - Luis Fernando Rueda
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¿Libertad de cátedra o ‘capaclase’?

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30.04.2024

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Tengo dos hijos universitarios quienes, cada vez que no tienen clase, me inquietan con sus explicaciones. “Que al profe se le presentó un inconveniente”, “que la profe no alcanza a llegar a la U”, “que le tocó asistir a un evento muy importante”. Y así, esas horas pagadas previamente, se resbalan por el sifón de las disculpas.

Cuando les pregunto si los profes van a reponer las clases se produce de repente un silencio, y enseguida balbucean un ‘jum’, como poniéndole punto aparte a mi inquietud. Yo les insisto que reclamen esas horas, que a los ‘profes’ les llega a fin de mes el pago completo. Se encogen de hombros y cambian rápidamente de tema.

No voy a negar que........

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