Un domingo cualquiera a las tres de la tarde sobre la calle 42 con carrera 29: carros estacionados a lado y lado de la vía mientras sus ocupantes visitan dos reconocidos restaurantes de la ciudad, nada baratos por cierto. O sea que se trata de gente con recursos que parquea su vehículo en la calle porque sencillamente no se le da la gana pagar un parqueadero.

Y curiosamente, hay dos parqueaderos ahí al ladito, pero al mal ciudadano eso no le importa. Parquea sobre la calle porque sí, porque además es inculto o también porque es tacaño, seguramente, o porque tiene la sensación de que no existe autoridad que lo castigue.

El asunto se torna peor, y además hasta peligroso, cuando al lado de la camioneta de alta gama que está sobre la calle se paran dos señores con arma de fuego al cinto. Se supone que son escoltas, los guardaespaldas del político, del alto funcionario o del mafioso, no se sabe. Y esa escena se repite todos los domingos, como el domingo pasado en frente del restaurante “Zekkei”, o también a veces entre semana, y no hay forma de impedir tanta desfachatez, irrespeto e indolencia. ¡Patético!

Ahora que estamos en época de mano dura en la administración local, no dejemos pasar la oportunidad para reiterar y endurecer el control a estas prácticas incultas. Los fines de semana la ciudad no puede quedar al garete, a pesar de los esfuerzos en los operativos nocturnos realizados por las autoridades del tránsito.

Pero más allá de la represión, volvamos a incentivar el tema de la cultura ciudadana. Todos hablan de fomentar esa cultura y promover valores, y de hacer campañas, pero todavía de esta nueva administración no conocemos un plan específico al respecto. Valdría la pena que nos dieran a conocer la directriz pública en temas de convivencia, conciencia y cultura ciudadana.

Y ni hablar de los señores de las motos y el desorden que generan a diario en las calles. El manejo en contravía ya se volvió una constante, no respetan los semáforos, la guerra del centavo de los domiciliarios es fuente de riesgo, en fin, una ciudad con unos ciudadanos maleducados y ordinarios que la vuelven desordenada y sin control.

APARTE: ¿Para cuándo el debate sobre el tema del lavado de activos en la ciudad? Mucha riqueza por ahí sin justificar.