Desafortunadamente ya nos estamos acostumbrado a los espectáculos decadentes y groseros del senador Jonathan Ferney Pulido Hernández, más conocido en el mundo de la política como “Jota Pe” Hernández, un personaje que llegó al Congreso de la República registrando una alta votación en el departamento de Santander.

Esta semana el hombre volvió a aparecer con su patanería en el debate de control político que se realizó en el Senado en contra del ministro de defensa. Como siempre, su constante fue el bullicio y la puesta en escena, esta vez grabando desde su celular a sus contradictores y enfrentando a los gritos a la congresista María José Pizarro.

“Jota Pe” es grotesco, en todo el sentido de la palabra. Es un gritón, vocifera sin sentido, es plano en sus argumentos, poco aporta a un debate serio, pero es un congresista de esos de la llamada era moderna, de aquellos que provienen de las redes sociales y que llegan al Parlamento sin mayor formación aunque con muchos votos. Y a punta de alaridos y ramplonerías se ha hecho sentir en el Congreso, contando lastimosamente con el auspicio de algunos medios de comunicación nacionales.

La mayoría de sus salidas públicas son salidas en falso, como la que protagonizó sin compasión alguna ante la muerte de la senadora Piedad Córdoba. Sus palabras hacia la fallecida no solo fueron inapropiadas, fueron ruines y mezquinas, sin ningún sentido de humanidad. Y ahora terminó agrediendo a la senadora Pizarro, dejando por el piso el nivel del debate público en el Congreso.

Un bocón, un mal elemento, un congresista incoherente. Aunque llegó al parlamento por el partido “Alianza Verde”, parece pertenecer ideológicamente a una colectividad de ultraderecha. Pero no por sus argumentos o convicciones, sino por su altanería y afrenta, siempre denostando de todo aquel que no esté de acuerdo con su línea de pensamiento. Y si es en contra del gobierno o del presidente, mejor, la grosería es más notoria.

El comité de ética del partido “Verde” debería revisar las actuaciones de este señor. Increíble pensar que ese partido comulgue con el carácter intemperante y soberbio de ese militante, y que guarde silencio ante sus reiteradas ofensas y diatribas. El descrédito que el senador Pulido le causa a la política es enorme.

Grotesco cada espectáculo de “Jota Pe”. ¡Es un ñuco!