El miedo está metido en los pliegues de lo desconocido: lo sobrenatural, la oscuridad en el mundo y sobre todo en el inframundo o, simplemente, la incierta reacción de un animal impredecible. Está desde siempre, desde la frase infantil “hablemos de miedo”, pasando por las películas de terror de la adolescencia, hasta los miedos adultos más aburridos y terrenales: la enfermedad, el desempleo, la inseguridad callejera. Es una emoción conocida, la olemos en los otros, la sentimos en el cuello y en la espalda, mordiendo un pedazo incluso de los momentos que valen la pena salpicándolos con la ansiedad de un “¿cuánto durará?”.

Mariana Enríquez (1973) es un fenómeno literario caudaloso, apabullante. Sí, su torrente literario es lo desconocido, lo que aterra, pero lo navega en la ligera barca de la cotidianidad, para explorar y experimentar la penumbra a la luz de escenas domésticas. Se planta con camiseta de ACDC a conversar descaradamente en auditorios y entrevistas, es anunciada en carteles urbanos, como si fuera una famosa DJ. Ahora está de gira por España y ciudades europeas.

En 2017, sin haber leído nada de Enríquez, estuve en la muestra “Díptico” del artista Jorge Macchi y el arquitecto Fernández Sanz, quienes montaron la antigua casa de la afamada galería Ruth Benzacar, adentro de la nueva galería. Se trataba de una casa fantasmal metida en otra. No vi nada, me secuestró un texto que alguien me puso en las manos: “Una casa en el otro mundo” de Mariana Enríquez, escrito para el evento; y así me hice fan, adicto. Ahora lanzó “Un lugar soleado para gente sombría” (2024), una colección de cuentos que hormiguean en el espinazo; ‘La mujer que sufre’ es muy recomendable.

Enríquez es por sobre todo sincera y laboriosa. Escribe también crónicas documentadas y eruditas sobre gente notable: “La Hermana Menor” (2014) es una placentera narración de la vida de Silvina Ocampo y su relación con su hermana Victoria (dos grandes de las letras sudamericanas), pero adicionalmente con Borges y con Bioy Casares (esposo de Silvina); un retrato que resuena como novelón.

En “El Otro Lado” (2020), están recogidos artículos que desnudan una pluma descarada y original. Enríquez narra con desfachatez envidiable, muchas veces en primera persona, los devaneos de la vida (o quizás su esencia): las adicciones, la exploración sexual, las caídas y los sobresaltos.

QOSHE - De terror - Samuel Chalela
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De terror

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13.04.2024

El miedo está metido en los pliegues de lo desconocido: lo sobrenatural, la oscuridad en el mundo y sobre todo en el inframundo o, simplemente, la incierta reacción de un animal impredecible. Está desde siempre, desde la frase infantil “hablemos de miedo”, pasando por las películas de terror de la adolescencia, hasta los miedos adultos más aburridos y terrenales: la enfermedad, el desempleo, la inseguridad callejera. Es una emoción conocida, la olemos en los otros, la sentimos en el cuello y en la espalda, mordiendo un pedazo incluso de los momentos que valen la pena salpicándolos con la ansiedad........

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