En el contexto de la ‘Semana de Acción Mundial por la Educación’, que se celebra entre el 22 y el 28 de abril en todo el mundo, resulta fundamental reflexionar sobre la necesidad de transformar nuestro sistema educativo hacia modelos más inclusivos, críticos, dinámicos y adaptados a las necesidades del siglo XXI. Bajo el lema “Suenen tambores por una educación transformadora”, es hora de desafiar las miradas anacrónicas que aún prevalecen en nuestras aulas y que perpetúan un enfoque memorístico y obediente en detrimento de la comprensión crítica y el pensamiento autónomo.

Es fundamental reconocer que la educación no es un bien transable ni un servicio en el que se obtienen títulos por el simple hecho de pagar una matrícula. Más bien, es un proceso de construcción de conocimiento y desarrollo personal que requiere compromiso, esfuerzo y participación activa por parte de estudiantes, docentes y familias. Es esencial promover una cultura educativa basada en el respeto mutuo, donde el estudiante sea protagonista de su aprendizaje y el profesor sea valorado y apoyado en su labor pedagógica. Hoy vemos una cantidad de irrespetos basados en la idea de que el profesor ‘debe’ aprobar a cada estudiante porque es ‘cliente’ de la institución o por el consabido “¿Usted no sabe quién soy yo?”.

En este sentido, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) juegan un papel fundamental como herramientas transformadoras en el aula (y fuera de ellas). Es importante entender que los teléfonos inteligentes pueden ser utilizados de manera consciente y constructiva para enriquecer el proceso educativo. Sin embargo, su integración debe ser planificada y acompañada de una formación adecuada para los docentes, de modo que se aprovechen al máximo sus beneficios sin caer en distracciones o abusos. Necesitamos más inteligencia de todos que de los teléfonos… (Querido profesor del Magisterio: Con todo respeto, ese curso que hiciste sobre “uso de las TIC” no era solo para subir en el escalafón, es para que apliques ese conocimiento). Afortunadamente hay excepciones.

Además, es necesario fortalecer la relación entre estudiantes y profesores como un vínculo de colaboración y diálogo. Los estudiantes deben ser alentados a cuestionar, explorar y participar activamente en el proceso de aprendizaje, mientras que los profesores deben estar preparados para responder con argumentos sólidos, fomentando la reflexión y el pensamiento crítico en el aula.

En definitiva, transformar o ‘hackear’ la educación no solo es necesario, sino también imperativo para el desarrollo integral de nuestra sociedad. Al desplazar los modelos educativos anacrónicos y abrazar enfoques más inclusivos, respetuosos y, a la vez, críticos y dinámicos, estaremos sentando las bases para una educación verdaderamente transformadora, capaz de empoderar a las futuras generaciones y contribuir al progreso y bienestar de nuestra sociedad.

QOSHE - Hackear la educación para salvar la sociedad - Víctor Solano Franco
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Hackear la educación para salvar la sociedad

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26.04.2024

En el contexto de la ‘Semana de Acción Mundial por la Educación’, que se celebra entre el 22 y el 28 de abril en todo el mundo, resulta fundamental reflexionar sobre la necesidad de transformar nuestro sistema educativo hacia modelos más inclusivos, críticos, dinámicos y adaptados a las necesidades del siglo XXI. Bajo el lema “Suenen tambores por una educación transformadora”, es hora de desafiar las miradas anacrónicas que aún prevalecen en nuestras aulas y que perpetúan un enfoque memorístico y obediente en detrimento de la comprensión crítica y el pensamiento autónomo.

Es fundamental reconocer que la educación no es un bien transable ni un servicio en el que se obtienen títulos por el simple hecho de pagar una........

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