El reciente anuncio de una posible convocatoria para establecer una Asamblea Nacional Constituyente que permita viabilizar las reformas sociales y económicas ha generado toda clase de opiniones e intensos debates en el país. Por un lado, quienes la ven como un mecanismo para abordar la situación actual y por el otro, la preocupación sobre los posibles riesgos asociados con la implementación de cambios estructurales de tal magnitud.
Aunque las diferencias son marcadas y reflejan posturas políticas divergentes, es innegable la urgencia de encontrar soluciones efectivas para los desafíos que enfrenta el país. No se puede perder de vista el objetivo principal: trabajar para que los ciudadanos tengan mejores oportunidades en salud, empleo y educación.
Por el bien de Colombia, se requiere una concertación nacional y tomar decisiones trascendentales. Es el momento de dejar a un lado las diferencias e intereses políticos en aras del bien común. El camino no es fácil, pero con visión, liderazgo y sobre todo acciones concretas se pueden lograr cambios.
La constituyente no es un proceso que se pueda llevar a cabo de forma rápida y sin considerar sus complejidades. Se necesita tiempo, compromiso y una planificación meticulosa. De acuerdo con la Misión de Observación Electoral (MOE), para constituirla se deben realizar dos procesos: primero, tiene que ser aprobada por la mayoría de los miembros del Senado y la Cámara de Representantes; segundo someterse a voto popular para que el pueblo decida si se convoca o no; es decir, 13 millones de colombianos que voten por el ‘SI’.
Sin embargo, es crucial reconocer que los cambios que demanda la sociedad no dan espera. Seguir con la polarización y confrontación solo sirven para alejarnos del país que anhelamos.
La historia nos ha enseñado lecciones valiosas, demostrándonos que el verdadero progreso se logra cuando se unen esfuerzos, se da continuidad a los grandes proyectos y hay consenso entre las partes.
A propósito de esta reflexión, es oportuno hablar de nuestra ciudad como un ejemplo de los resultados que se obtienen cuando se practica una buena comunicación y se escucha a las partes. Tras una conversación con el gobierno local y la Junta Directiva del Acueducto Metropolitano de Bucaramanga (amb), se cierra un ciclo con buenas relaciones.
Agradecemos al alcalde Jaime Beltrán su disposición y reconocimiento al trabajo de todo un equipo que durante cinco años cuidó los intereses de los bumangueses y les devolvió la confianza en lo público.
A la nueva Junta Directiva del amb, nuestros mejores deseos para que pueda cumplir los objetivos propuestos.