Se abren las primeras páginas de un libro: “Es el caballo de Oggún”, texto narrativo que el poeta de Guadalupe, Ernest Pepin, le dedicara a la obra tremenda del artista de la plástica Jean Michel Basquiat.

Desde una esquina, casi llegando al pie de la página, saltan estas palabras untadas de abismos y luces: …un lenguaje desnudo como una lengua de pajarillos tartamudos. Toda infancia tartamudea… Entonces, alzo la cabeza, miro por la ventana y pasa el mundo de la infancia armada de asombros, el viaje hacia la vejez, la muerte y el eterno regreso a los días de soles dormidos en el agua. Pero ahora el que pregunta no es un niño, sino el viejo que hizo en otro tiempo un carrusel de los por qué. Ahora las preguntas son terribles y hermosas. ¿Somos una gota de agua o el agua de la gota?

Así nace este libro: Yo soy el tartamudo. Un camino nos lleva desde el principio del agua hasta el cansancio del mar que añora untar las manos saladas con el ojo limpio de un manantial. Hay guiños silenciosos al fundamento del que se levantan todas las cosas, el agua, el fuego, el arcoíris, la piedra que guarda el silencio de poemas escritos con las rodillas rotas sobre la tierra.

Y es que en este libro el mundo inanimado está lleno de aires y dolores, vida donde tartamudea otro lenguaje. Es hora de que el mundo de paso al pez, dador de tantas vidas: El pez salta sobre las tablas. Un anzuelo le agujerea la boca y no llora, solo baila una danza de muerte en el muelle que sirve de escenario… Y mientras los hombres matan al pez una y otra vez, el niño que juega, harto de poesía, solo pesca sobre el mar, un pedazo de la luna: Yo pesco la luna, la paseo por el universo como un papalote de plata, a veces seenreda con una estrella que corre con los ojos vendados. Se mezcla la luna con la sombra de los montes que se elevan sin faroles…”.

Todo es posible en el reino de la infancia que ondea con el asombro sobre los hombros, la historia pinta un mundo que atraviesa animales y hombres: El buey con su carreta, se estremece ante el vuelo de una golondrina, el colibrí bebe el arcoíris dentro de una hoja, el gato se va sin ruido por el techo, con el bigote limpio, y el silencio de sus patas.

Entramos en la cocina, en el territorio de la abuela negra; hay dolores de nubes desgarradas por prejuicios, orishas abriendo los caminos y llenando los barcos de palomas blancas.

A esa hora y por las páginas del libro, pasan los días con la marca de aguaceros y polvos; las pedradas, el borracho, el silbido del viejo al regresar del trabajo, la loca más loca de un pueblo, el ingenio armando nubes sobre el techo de la casa, el mantel del patio listo para un juego, el mar con sus babosas y heridas.

Y cuando ha pasado ya toda la vida de una infancia, el viejo, sosteniendo el bosque de los pasos sobre un bastón, nos dice:

Soy el tartamudo; no el que repite vocales y consonantes, hasta, dejar sin aire las palabras, porque en la garganta se atoran las lloviznas. Soy el que tartamudea porque repite la voz de mi pasado. Yo quiero la casa de mi infancia

Se cierra el libro. Quiero volver a las páginas de Ernest Pepin donde Basquiat, manejaba profundos abismos como si fueras siglos. No puedo pintar un grafiti en la pared. Escribo otro libro y le digo a los asombros que por mi ventana pasan: El tartamudo soy yo.

QOSHE - YO SOY EL TARTAMUDO - Julio César Sánchez Guerra
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YO SOY EL TARTAMUDO

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09.02.2024

Se abren las primeras páginas de un libro: “Es el caballo de Oggún”, texto narrativo que el poeta de Guadalupe, Ernest Pepin, le dedicara a la obra tremenda del artista de la plástica Jean Michel Basquiat.

Desde una esquina, casi llegando al pie de la página, saltan estas palabras untadas de abismos y luces: …un lenguaje desnudo como una lengua de pajarillos tartamudos. Toda infancia tartamudea… Entonces, alzo la cabeza, miro por la ventana y pasa el mundo de la infancia armada de asombros, el viaje hacia la vejez, la muerte y el eterno regreso a los días de soles dormidos en el agua. Pero ahora el que pregunta no es un niño, sino el viejo que hizo en otro tiempo un carrusel de los por qué. Ahora las preguntas son terribles y hermosas. ¿Somos una gota de agua o el agua de la gota?

Así nace este libro: Yo soy........

© Victoria


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