“En La Fe…¡asfaltaron las calles porque venía Díaz-Canel!” Así de ponzoñoso fue el dardo. Aquel individuo intentaba congraciarse con quienes le acompañaban, otros de su misma calaña. Intentaba provocar al periodista, y lo logró.

“Usted no ha estado por allí, ¿verdad? –devolví la pedrada–. No asfaltaron las calles, rellenaron con asfalto una decena de baches mayores por la que va al Combinado Lácteo…, el cual sería chequeado por el presidente. Justo porque el Combinado Lácteo confronta problemas en su producción. No se intentaba deslumbrar a nadie con altos rendimientos. Los baches menores, en esa misma vía, quedaron tal cual; puede comprobarlo. Otras vías, que venían siendo bacheadas desde antes –y por las cuales no pasaría el recorrido–, recibieron similar beneficio, hasta donde alcanzó el asfalto”.

Ya montado en el tren de instruir con detalles al “espontáneo y desinformado” interlocutor, agregué que por igual motivo la visita llegó al organopónico Las Celias, donde no hace tanto los troncos de marabú competían con el cultivo.

No llevaron al presidente a entrevistase con ninguno de los grandes productores, los de avanzada, ni al nuevo polo tabacalero de La Reforma, que en sector tan importante de la economía garantizará la continuidad de labores durante todo el año.

Tampoco lo llevaron al Balneario, obra que ya impresiona por la calidad de su reconstrucción y el alcance que puede lograr, en salud o aporte económico, para cubanos y extranjeros.

No se incrementó la transportación marítima de pasajeros en la semana de receso escolar, aunque era un reclamo importante. No hubo la posibilidad de hacerlo, faltaba el lubricante. Y no se ocultó al presidente.

Sí lo pasaron frente a la desactivada fábrica de refrescos de Nueva Gerona y le adelantaron a la vez que se asumía un nuevo compromiso: “¿La ve así? Pronto la encontrará cambiada”.

Pero lo llevaron a la minindustria Agua Santa que ha marcado un rumbo en el aprovechamiento de los subproductos de cosecha y el fomento de la actividad agroturística. Años lleva haciendo esas labores. Allí se trabaja, eso nadie puede negarlo. ¿Y se hace para quién? ¿Para una visita?

En este, o en otros lugares del recorrido, en ningún momento se coartó a persona alguna para que en su intercambio con el presidente lo impusiera de criterios negativos o desfavorables a la dirección del territorio. Tampoco se ha hecho nunca a lo largo y ancho del país. Es bien conocida la anécdota de que en una de sus tantas visitas –no en nuestra Isla–, le dijeron: “Presidente, eso no estaba ahí, lo hicieron porque usted venía”. Y su respuesta fue: “Entones vamos a venir más seguido para que se hagan más cosas”.

Muchísimas cosas se están haciendo en la Isla de la juventud, optamos incluso por ser la sede del próximo 26 de julio. Podemos lograrlo o no, pero lo que nos corresponde se hace.

Y en cuanto a recibir visitas, ¿usted no crea condiciones en su casa para recibir a quien espera, aunque tengan la mayor intimidad, aunque sea un familiar muy cercano? Se trata de no llorar miserias, de lograr que se sienta bien, en esto radica toda una regla de cortesía. Sencillamente para demostrarle que apreciamos su vista. Y la agradecemos.