Apreciada presidenta del grupo REDEIA,

No nos conocemos, pero me permito el atrevimiento de enviarte esta carta abierta, dando continuidad a alguno de los debates que planteaste en tu entrevista del pasado mes de marzo, en el diario EL PAIS. Como podrás ver en mi pie de firma, he estado vinculado a la casa que presides durante varios años de mi vida profesional. No quiero dejar pasar la oportunidad de reconocer públicamente la excelencia del extraordinario grupo de profesionales que lideras. Guardo un magnífico recuerdo de aquellos años y un profundo sentimiento de gratitud por todo lo que me enseñaron. Es, en parte, por todo lo que allí aprendí que me atrevo a entablar este debate.

Quiero comenzar por la idea de que la red forma un cuello de botella. No se puede negar que es así. Otra cuestión es el detalle del problema y a quién le corresponde la responsabilidad de solventarlo, pero el hecho es que existe y no puede estar en otro sitio más que en la red. En unos casos estará en la red de distribución (media y baja tensión) y en otros en la de transporte (alta tensión), que gestiona el grupo REDEIA. Es verdad que no parece que la restricción se encuentre en el nexo entre transporte y distribución. Tampoco que la falta de potencia en esos puntos sea significativa y, en cualquier caso, debería ser fácilmente solucionable, considerando el tupido mallado de la red de transporte y su bajo nivel de carga.

Por el contrario, sí creo que existe un cuello de botella en el acceso a la red de nueva generación y nuevo almacenamiento.

Coincido contigo en que ha existido una falta de planificación gubernamental en la implantación de nueva generación, particularmente fotovoltaica. No sé si esquizofrenia es la palabra o más bien histeria, pero efectivamente, fuera de lo razonable. Tan fuera de lo razonable que hemos llegado a lo que llevamos viviendo en el mercado eléctrico en estos últimos dos meses: precios cero y negativos, en cualquier caso, por debajo los costes totales medios; nucleares entrando por restricciones técnicas a precios disparados, crecientes vertidos de renovables y, en definitiva, un esquema económicamente insostenible. Es cierto que es coyuntural, que un exceso no habitual de hidroeléctrica fluyente, que se produce cada 3-5 años, lo ha provocado. Es cierto, que concluidas las lluvias y drenado el deshielo, ya comienza a remitir, pero ¿qué ocurrirá si prosigue esta esquizofrénica o histérica instalación de potencia fotovoltaica? Ocurrirá que esa coyuntura se volverá estructural, al menos la mitad del año.

Enlazo aquí con otra cuestión: el almacenamiento. No discuto que, para el operador del sistema, es más útil el bombeo que las baterías (almacenamiento químico). Pero, igual que contestas en otras preguntas, eso no es una decisión de REDEIA. El operador del sistema tendrá que “arar con los bueyes que tenga”. No obstante, si considera que eso puede suponer un riesgo para la seguridad del suministro, debe advertirlo y no dar el plácet incondicional a todas las peticiones del gobierno. No sé si tu afirmación sobre la preferencia del bombeo va en ese sentido.

En cualquier caso, no creo que fiar todo al bombeo sea la solución. El bombeo no puede funcionar siempre, si estás bombeando (subiendo agua) no estás turbinando (vertiendo agua), se tarda más en subir el agua que en tirarla y la eficiencia del proceso ronda, de media, el 50%. Por todo ello, el factor de carga es bajo, la media de los años 2021 a 2023, se sitúa en el 13%.

Echo de menos en la entrevista una mención al hidrógeno; no sé si la omisión es intencionada, dado que ahí existe otro cuello de botella. Pero considerando las limitaciones del bombeo y del almacenamiento químico, habría que indagar nuevas tecnologías.

Como he afirmado en otras ocasiones, debemos ser prudentes con las inversiones en infraestructuras de hidrógeno. Hay que dar tiempo a que los diferentes desarrollos maduren tecnológica y financieramente. Pero creo que es una opción que hay que explorar, sin duda.

Considero que el modelo debería estar más definido, al menos en un primer momento. Dicho esto, es mayoritaria la idea del hidrógeno como vector energético y no como combustible, sin embargo, he podido ver que ya hay diseños específicos de turbinas para centrales de ciclo combinado de hidrógeno. Incluso como vector, hay quien lo ve como almacenamiento y transporte o solo como almacenamiento. Yo soy de estos últimos. En cualquier caso, es un sector en desarrollo y REDEIA debería ser facilitador y no un cuello de botella para esta tecnología.

Finalmente, quería referirme a tu afirmación de que el cierre nuclear “con los datos que tenemos hoy, es compatible” con la seguridad de suministro. No sé si con los datos de hoy te refieres a la potencia firme de que disponemos actualmente o incluyes los deseos proyectados en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC).

Si te refieres a la potencia firme disponible, no puedo estar de acuerdo. Hoy en día disponemos de 36,5 gigavatios (GW) de potencia firme, incluyendo ciclo combinado, carbón, turbina de gas y nuclear. No podemos considerar firme aquellas tecnologías con recurso no gestionable (viento y sol), no podemos considerar la cogeneración porque lleva un proceso industrial aparejado y no podemos considerar firme toda la hidroeléctrica en la medida en que en nuestro país hay años más secos. De esa potencia firme habría que restar los periodos de indisponibilidad programada por mantenimientos y recargas, así como la indisponibilidad no programada por posibles averías.

Por su parte, las potencias punta demandadas exceden la potencia firme disponible: 40,4; 42,2; 38,3 y 39,1 GW, en el periodo 2020-23, respectivamente. La conclusión es que el margen de seguridad de que disponemos es exiguo y desde luego insuficiente para hacer frente a incrementos de demanda significativos, como los que podrían suponer la electrificación necesaria para cumplir con los objetivos de descarbonización. Por supuesto de los incrementos de demanda por la implantación en España de nuevas industrias, como los centros de datos que mencionas, ni hablamos.

Dado este escenario, en mi opinión no se puede afirmar que el cierre nuclear -es decir, restar 7,1 GW de potencia firme- es compatible con la seguridad de suministro. Y mucho menos si, además de las puntas de demanda, necesitamos mantener unos parámetros de frecuencia y tensión en la red.

Si la compatibilidad del cierre nuclear se refiere al cumplimiento del PNIEC, convendrás conmigo en que éste no es muy creíble. Más allá de denominar almacenamiento a lo que antes se denominaba bombeo puro y bombeo mixto, no se están alcanzando los niveles de inversión requeridos. Pero, es que, incluso alcanzándose, los niveles previstos en la nueva versión del PNIEC, no podríamos hacer frente a los objetivos de descarbonización, ni a la implantación de nuevas industrias.

En conclusión, existen los cuellos de botella, deberíamos acompasar el crecimiento de la fotovoltaica con la implantación del almacenamiento y la evolución de la demanda, deberíamos facilitar el acceso del hidrógeno con las cautelas necesarias y deberíamos replantear el cierre nuclear.

Concluyo esta carta abierta, como decía al principio, con el ánimo de contribuir al apasionante debate de la energía y de los desafíos que tenemos por delante. Quiero dejar claro que los paréntesis y explicaciones que añado en el texto tienen por objeto hacerlo asequible al mayor número posible de lectores, con la finalidad pedagógica que tienen todas mis publicaciones.

Sin más, me despido, enviándote un cordial saludo.

QOSHE - Carta abierta a la presidenta de Redeia - Francisco Ruiz Jiménez
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Carta abierta a la presidenta de Redeia

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28.04.2024

Apreciada presidenta del grupo REDEIA,

No nos conocemos, pero me permito el atrevimiento de enviarte esta carta abierta, dando continuidad a alguno de los debates que planteaste en tu entrevista del pasado mes de marzo, en el diario EL PAIS. Como podrás ver en mi pie de firma, he estado vinculado a la casa que presides durante varios años de mi vida profesional. No quiero dejar pasar la oportunidad de reconocer públicamente la excelencia del extraordinario grupo de profesionales que lideras. Guardo un magnífico recuerdo de aquellos años y un profundo sentimiento de gratitud por todo lo que me enseñaron. Es, en parte, por todo lo que allí aprendí que me atrevo a entablar este debate.

Quiero comenzar por la idea de que la red forma un cuello de botella. No se puede negar que es así. Otra cuestión es el detalle del problema y a quién le corresponde la responsabilidad de solventarlo, pero el hecho es que existe y no puede estar en otro sitio más que en la red. En unos casos estará en la red de distribución (media y baja tensión) y en otros en la de transporte (alta tensión), que gestiona el grupo REDEIA. Es verdad que no parece que la restricción se encuentre en el nexo entre transporte y distribución. Tampoco que la falta de potencia en esos puntos sea significativa y, en cualquier caso, debería ser fácilmente solucionable, considerando el tupido mallado de la red de transporte y su bajo nivel de carga.

Por el contrario, sí creo que existe un cuello de botella en el acceso a la red de nueva generación y nuevo almacenamiento.

Coincido contigo en que ha existido una falta de planificación gubernamental en la implantación de nueva generación, particularmente fotovoltaica. No sé si esquizofrenia es la palabra o más bien histeria, pero efectivamente, fuera de lo razonable. Tan fuera de lo razonable que hemos llegado a lo que llevamos viviendo en el mercado eléctrico en estos........

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