Cientos de misiles y otros artefactos explosivos ha lanzado la teocracia iraní contra Israel. Irán es quién arma, financia y entrena a los terroristas de Hamás, y sin la ayuda de Irán los terroristas de Hamás no se habrían atrevido a entrar en territorio israelí a masacrar inocentes y a decapitar violar y quemar a mujeres y niños, el 7 de Octubre. Quiero decir que Israel tiene tanto derecho a atacar a Irán como a Hamás. Irán es Hamás y Hamás es Irán. Tratarlos como organismos diferenciados es una ficción interesada. El señor Netanyahu ha dicho que hará daño a quienes hagan daño a Israel. Me parece muy bien. Ni los fanáticos religiosos musulmanes (léase islamistas) ni los comunistas entienden otro idioma que el de la fuerza. Por suerte, los judíos han dedicado (con la ayuda inestimable de los Estados Unidos) tiempo y dinero a comprar y producir armas que hacen imposible que su principal enemigo, Irán–Hamás, puedan exterminarlos, que es lo que pretenden.

Comparado con Irán–Hamás, Israel es un modelo de contención y sentido común y ha conseguido dialogar, provechosamente, con países musulmanes como Egipto, Marruecos o Arabia Saudí. Pero. ¿Cómo dialogar con alguien cuyo objetivo es exterminarte? Resulta patético que los pacifistas, socialdemócratas y gente por el estilo pidan a Israel dialogar con Hamás. De qué van a hablar, qué van a negociar; ¿el tamaño de las cámaras de gas y el tipo de veneno que se usaría en esas cámaras de gas donde ¡por fin! se haría realidad el sueño de Hitler?

Las teocracias no son sólo sistemas obsoletos y primitivos, también son máquinas siniestras y antimodernas fundadas en el desprecio a la razón. Que el jefe supremo de estas dictaduras sea un clérigo (generalmente bastante zumbado, como es lógico, hay que estarlo para vivir, morir, matar y poner al mundo al borde de una tercera Guerra Mundial, en nombre de la ficción del cuentito de Alá y Mahoma.

El Quijote, naturalmente, es un texto muy superior a cualquier libraco religioso. Pero. Si alguien planteara que es un texto sagrado y amenazara (y lo hiciera mediante actos terroristas) con matar a los “infieles” al Quijote, habría que concluir que se trata de un fanático peligroso. Amo el Quijote, pero sería el primero en pensar: ¡qué imbecilidad! Es equivocado y malsano comprometer la existencia de los seres humanos en nombre de un personaje de ficción.

Y como si todo no fuese suficientemente grotesco, Pedro Sánchez y su banda se ha embarcado en una campaña por el reconocimiento del Estado Palestino. Esperamos lo más inmoral e inmundo de un tipo como Sánchez, pero esto es extraordinario. Primero, porque los dirigentes palestinos han rechazado repetidamente la posibilidad de ser un Estado. No lo quieren, lo único que les interesa es exterminar a los judíos, ¿recuerdan? Por otro lado, Palestina está gobernada por el grupo terrorista Irán–Hamás y reconocerla como Estado sería reconocer a un Estado Terrorista. Sí, por mucho que la prensa española repita las insólitas cifras de niños muertos en la guerra contra Irán–Hamás en Gaza, y se dedique a propagar las mentiras del aparato de propaganda de Irán–Hamás, eso es lo que sería Palestina, un Estado terrorista.

Qué pasará al final, cómo terminará este nuevo enfrentamiento entre las fuerzas del Bien, (Israel, Estados Unidos y sus aliados) y las del Mal (Irán, Hamás, China, Rusia, Corea del Norte, y sus excrecencias cubanas, venezolanas, nicaragüenses, etcétera). Es imposible saberlo. Pero. Soy pesimista al respecto.

Les contaré algo. Hace algunos años, me encontraba en la frontera entre la India y Pakistán, metido en un bullicioso gentío armado de banderitas. Todos los días, con el pretexto de arriar la bandera, se lleva a cabo en este lugar una curiosa ceremonia. Nuestro guía nos había aconsejado no perdérnosla. La condición de extranjero me permitía sentarme en las gradas más próximas a la cerca (electrificada) que separa las dos naciones. De este lado de la frontera, los indios cantan y danzan. Batallones de niños se disputan el honor de correr con una bandera hasta las narices de la guardia pakistaní y allí agitarla y vociferar. Del otro lado, lo mismo. Pakistaníes que corren con su bandera, dando alaridos; pero nada de bailes, su religión no lo permite. Los ánimos se exaltan cada vez más. Los militares indios, seleccionados entre lo más alto de la población, vestidos con uniformes de gala provistos de un extraño penacho en la cabeza, animan a la multitud para que grite cada vez más fuerte. Lo mismo hacen los militares pakistaníes, vestidos con un uniforme parecido pero más oscuro, y con similar penacho en la cabeza. Allá, en territorio pakistaní, en gradas separadas, las mujeres cubiertas de trapos negros de pies a cabeza. La guerra musical apenas permite oír algo que no sea el estruendo de los himnos. Los altavoces indios nos castigan con melodías patrióticas indias, los altavoces pakistaníes nos torturan con melodías patrióticas pakistaníes.

La

Cuando el sol está a punto de caer, aparece una escuadra de militares indios provistos de cornetas, dan patadas en el suelo, gritan como energúmenos y se precipitan hacia la frontera. Los militares pakistaníes hacen exactamente lo mismo. Compiten para ver quién grita y pega patadas más fuertes. Después de un rato de este ritual enfebrecido, abren la reja que separa los dos países y proceden, en una franja neutral, a arriar las banderas. Cuidando mucho de que estén siempre al mismo nivel. Supongo que si una baja más rápido que la otra estallaría la guerra. Las multitudes no han dejado de chillar ni un segundo. Y. No lo olviden, esta gente tiene armas atómicas.

Cuando concluye la ceremonia, el guía indaga: ¿Qué le ha parecido? Muy interesante. Digo. Y pregunto. ¿Qué era lo que gritaba la gente?

¡Viva la India, Madre Patria! ¡Muera Pakistán!

¿Y los pakistaníes?¡Viva Pakistán, Madre Patria, muera la India!

¿Entienden lo que quiero decir? No estamos hechos de la misma sustancia que los sueños (Shakespeare) sino de una mezcla de fanatismo, estupidez, oscurantismo y barbarie. No podemos acabar bien.

QOSHE - Abandonad toda esperanza - Juan Abreu
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Abandonad toda esperanza

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18.04.2024

Cientos de misiles y otros artefactos explosivos ha lanzado la teocracia iraní contra Israel. Irán es quién arma, financia y entrena a los terroristas de Hamás, y sin la ayuda de Irán los terroristas de Hamás no se habrían atrevido a entrar en territorio israelí a masacrar inocentes y a decapitar violar y quemar a mujeres y niños, el 7 de Octubre. Quiero decir que Israel tiene tanto derecho a atacar a Irán como a Hamás. Irán es Hamás y Hamás es Irán. Tratarlos como organismos diferenciados es una ficción interesada. El señor Netanyahu ha dicho que hará daño a quienes hagan daño a Israel. Me parece muy bien. Ni los fanáticos religiosos musulmanes (léase islamistas) ni los comunistas entienden otro idioma que el de la fuerza. Por suerte, los judíos han dedicado (con la ayuda inestimable de los Estados Unidos) tiempo y dinero a comprar y producir armas que hacen imposible que su principal enemigo, Irán–Hamás, puedan exterminarlos, que es lo que pretenden.

Comparado con Irán–Hamás, Israel es un modelo de contención y sentido común y ha conseguido dialogar, provechosamente, con países musulmanes como Egipto, Marruecos o Arabia Saudí. Pero. ¿Cómo dialogar con alguien cuyo objetivo es exterminarte? Resulta patético que los pacifistas, socialdemócratas y gente por el estilo pidan a Israel dialogar con Hamás. De qué van a hablar, qué van a negociar; ¿el tamaño de las cámaras de gas y el tipo de veneno que se usaría en esas cámaras de gas donde ¡por fin! se haría realidad el sueño de Hitler?........

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