No hemos salido de las vascas y ya tenemos las catalanas. Y ojito, que pueden ser el principio del fin de Sánchez si Illa no sale bien parado. No serán unas autonómicas cualquiera y lo saben. Ayer, festividad de Sant Jordi – que debería ser la fiesta catalana y no la Diada, cargada de resabios separatistas como de historia falseada -, los políticos empezaron a dejarse ver. Servidor tuvo la oportunidad de saludar a Núñez Feijóo, que se acercó gentilmente al stand de Tabarnia dónde José María Fuster Fabra y servidor, ambos ministros de esa feliz república coronada, firmábamos nuestros libros, estrechábamos manos y repartíamos la sonrisa que el constitucionalismo ha convertido en seña de identidad en contraposición al gesto de estreñimiento pertinaz que exhiben los estelados. Una sola cosa le dije al líder popular: “Presidente, no nos dejen solos”. Me di cuenta de lo ocioso del comentario porque iba flanqueado por Daniel Sirera, jefe de la oposición en el ayuntamiento de Barcelona, y Alejandro Fernández, candidato del PP en las autonómicas.

Ocioso porque Dani es el exponente del municipalismo que pelea el voto a pie de calle escuchando a los vecinos, convirtiéndose en portavoz de los mismos ante esa zurdería que habla mucho de humo y poco de la vida real. No en vano Sirera tiene como lema “el despacho en la calle”, porque sabe que el lugar del político está ahí. El estilo de mi querido Xavier García Albiol, al que deseamos que se mejore pronto, que ha demostrado como conseguir la mayoría absoluta en un feudo de izquierdas como Badalona a base de gastar suela. Pero lo más importante de esta campaña es Alejandro. El discurso del mejor parlamentario catalán quiere centrarse en plantar cara al separatismo en un terreno que hasta ahora habían monopolizado, el de las ideas. El combate cultural que venimos reclamado hace tiempo y que Alejandro está dispuesto a dar acudiendo a todos los debates, y creo que ya ha confirmado que acudirá a ocho. ¿Qué quiere decir con eso? Que ante la desvergüenza separatista Alejandro tiene un mensaje sólido que nadie con sentido común puede rechazar: prosperidad económica, alejarse de aventuras que conducen a la melancolía y a la ruina, abanderar el constitucionalismo que un día hizo que muchos catalanes votasen a Ciudadanos y todo sin criticar a nadie que no sea Sánchez, el socialismo cómplice del separatismo que encarna Illa, el desbarajuste del gobierno de Esquerra, la cara dura de los “exiliados” y sus satélites. En positivo, con contundencia. Lo mismo que dice Dani.

Lo mismo que dice Feijóo. Lo mismo que ha Ayuso. El mérito del candidato popular es que sabe perfectamente quien es el adversario a batir y no piensa perder un segundo en atacar a nadie que no sean los que nos han llevado al empobrecimiento y han fracturado la sociedad. Lejos de cainismos estériles, defenderá a todo aquel que ame a España, al progreso social, las libertades, la convivencia y al respeto a las leyes. Es la casa común de los defensores de la Constitución y la libertad. A quienes dicen que ojalá Cataluña tuviese una Ayuso les digo que ya lo tenemos. Hombre, no tan guapo, tampoco vayamos a pasarnos, pero ahí está un político de cuerpo entero que defiende lo mismo que la presidenta madrileña, que defiende Cayetana, que defiende la gente normal. Porque si algo ama Alejandro es la normalidad que debe reinar en nuestros pueblos, calles y plazas. La comitiva popular siguió su camino y yo me quedé firmando mi libro “Operación Barcelona: matar a Hitler” más sosegado. Es lo que tiene celebrar un Sant Jordi alejado de símbolos de odio, escuchando palabras cargadas de sentido común.

QOSHE - Un Sant Jordi popular - Miquel Giménez
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Un Sant Jordi popular

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24.04.2024

No hemos salido de las vascas y ya tenemos las catalanas. Y ojito, que pueden ser el principio del fin de Sánchez si Illa no sale bien parado. No serán unas autonómicas cualquiera y lo saben. Ayer, festividad de Sant Jordi – que debería ser la fiesta catalana y no la Diada, cargada de resabios separatistas como de historia falseada -, los políticos empezaron a dejarse ver. Servidor tuvo la oportunidad de saludar a Núñez Feijóo, que se acercó gentilmente al stand de Tabarnia dónde José María Fuster Fabra y servidor, ambos ministros de esa feliz república coronada, firmábamos nuestros libros, estrechábamos manos y repartíamos la sonrisa que el constitucionalismo ha convertido en seña de identidad en contraposición al gesto de estreñimiento pertinaz que exhiben los estelados. Una sola cosa le dije al líder popular: “Presidente, no nos dejen solos”. Me di cuenta de lo ocioso del comentario porque iba........

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